APUNTE

Ansu y la paciencia que no existe

Ansu Fati, en el acto del libro 'Relats Solidaris' que apadrina.

Ansu Fati, en el acto del libro 'Relats Solidaris' que apadrina. / Javi Ferrandiz

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

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La paciencia. No aparenta tenerla él y, aunque intentamos disimularlo, no la tenemos los que asistimos a cada intento de Ansu de volver a ser aquel jugador que un día fue. Nadie sabe si lo conseguirá, pero sabíamos que haría falta tiempo, que casi dos años de inactividad son muchos días. Le prometimos que esperaríamos, que le acompañaríamos sin presión. Y ciertamente, el público sigue arropándolo, pero tenemos que admitirlo, no hemos cumplido. Nos queríamos engañar, pero el fútbol no ha esperado nunca.

El barcelonismo anda inquieto, preocupado ante la posibilidad de no volver a ver aquella magia que convertía Ansu en el nuevo referente de la Masía. Y mientras Ansu lucha contra su nueva situación, mientras insiste en su deseo de cumplir su contrato, el club sopesa sus opciones, acuciado por unas dificultades económicas que invitan a tomar alguna decisión dolorosa.

Mochila de miedos

La realidad nos demuestra que este negocio –también llamado deporte—es demasiado ansioso como para quedar inmóvil mientras él recupera sensaciones. Si no sube pronto al carro, nadie le va a esperar. Y quizás por eso, tampoco él puede tener esa tranquilidad que le reclamamos: es el primero que quiere acelerar más de lo que la naturaleza le permite.

Porque el actual Ansu, de tan solo 20 años, es un buen delantero. Aporta cuando sale desde el banquillo y está en edad de progresar. Pero juega en su contra la expectativa del Ansu que vimos, ese jugador que retuvimos en nuestra memoria cuando simplemente era un niño. Aquel futbolista elegido, tocado por una varita mágica, que disfrutaba, al que todo le iba de cara. Entonces jugaba liberado y no con esa mochila de miedos, cicatrices e informes médicos.

Quizás ese deba ser su punto de partida: volver a disfrutar del sueño de jugar en el primer equipo. Conseguir que su mente olvide esa tremenda losa que le pesa cuando le cambian tras un partido en que no ha triunfado, no ha marcado y siente que ha perdido la oportunidad de jugar de inicio en Old Trafford.  

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