Artículo de Carles Francino

La vida son estos

Celebré la reivindicación de la amistad que hicieron Évole y los Estopa el otro día en la tele

Estopa Evole 01

Estopa Evole 01 / La Sexta

Carles Francino

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“Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”, es un verso de Gil de Biedma casi tan sobado como la frase del personaje de Vargas Llosa preguntándose “¿cuándo se jodió el Perú?”. Pero la invoco para recordarme cuáles son las cosas importantes; por ejemplo, cuidar a los amigos. No solemos hacerlo y la gran coartada siempre es la falta de tiempo. Es verdad que nos rodea un ejército de ladrones de minutos y un montón de obligaciones, algunas reales, otras ficticias, que nos vamos colocando en la chepa; pero no debería servirnos como excusa. Por eso celebré la reivindicación de la amistad que hicieron Évole y los Estopa el otro día en la tele. Sacaron tiempo para viajar juntos, hablar de todo, inflarse a birras, dormir en la misma habitación e incluso entablar un combate de pedos dentro del coche. Eso solo lo pueden hacer los amigos… Y encima son de los nuestros; o así les percibimos.

Jordi es uno de los personajes televisivos más relevantes de este siglo y los hermanos Muñoz han hecho feliz a tanta gente con sus canciones que tienen categoría de oenegé. Se merecerían un monumento compartido en su Cornellà natal. Y sin embargo siguen con los pies en la tierra. Para haberlo conseguido apelan a sus parejas, a su hermana, los tres ensalzan a los padres, a la familia... pero el resultado es el mismo: personas normales hablando de cosas normales. Y muy serias. David confiesa, ante un arroz a la cubana, que tuvo que acudir al psiquiatra y medicarse; Jose admite sin ningún reparo que se siente cómodo en el papel de “consonantista” de Estopa; y todos somos Jordi cuando lamenta el tiempo -¡siempre el tiempo!- que el trabajo le roba para estar con su hijo.

Dicen que la tele atonta, es posible. Pero yo he sacado de 'Lo de Évole' el compromiso de no descuidar a mis amigos. Sobre todo porque otro verso de Gil de Biedma, no tan citado como el anterior, nos recuerda que con el paso del tiempo -¡siempre el tiempo!- “la verdad desagradable asoma: envejecer, morir es el único argumento de la obra”. Llegar a ese momento con los deberes hechos no parece una mala idea.

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