Limón & vinagre | Artículo de Emma Riverola

Dora María Téllez, la irreductible Comandante Dos

No parece quedar rastro de la timidez de su juventud, pero sí la clara determinación de seguir luchando por la democracia, la libertad y los derechos humanos en Nicaragua

NICARAGUA PROTESTA ELECCIONES

NICARAGUA PROTESTA ELECCIONES / EFE/Mario López

Emma Riverola

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“El plan parecía una locura demasiado simple”, así empieza la crónica que Gabriel García Márquez escribió para la agencia EFE y publicó el ABC sobre la 'Operación Chanchera'. Agosto de 1978, durante 45 horas, senadores, diputados y otras figuras relevantes del régimen de Anastasio Somoza fueron secuestrados en un asalto al Palacio Nacional de Nicaragua. La operación se consideró el principio del fin de la dictadura. Una “locura” que consiguió la liberación de 50 presos políticos, el pago de medio millón de dólares, la garantía de salida de los 25 guerrilleros del comando y relevancia internacional para el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Al mando de la negociación estuvo la Comandante Dos, la única mujer del comando: “Dora María Téllez, de veintidós años, una muchacha muy bella, tímida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le hubieran servido para cualquier cosa grande en la vida”, escribió García Márquez. Y, sin duda, le han servido. 

Téllez tiene ahora 67 años y es una de los 222 presos políticos que Daniel Ortega ha expulsado del país. No parece quedar rastro de la timidez de su juventud, pero sí la clara determinación de seguir luchando por la democracia, la libertad y los derechos humanos en Nicaragua. Ahora, la opresión tiene el rostro de su antiguo compañero de armas. Si Ortega es el hombre que ha traicionado los ideales de la revolución, el borracho de poder absoluto que ha sumido al país en un nuevo régimen de opresión y crueldad, Téllez es la voluntad de la resistencia, la conciencia insobornable. Uno encarna el naufragio de las utopías. Ella, la posibilidad del idealismo, memoria viva y símbolo del sandinismo. 

“La cabeza como un Alka Seltzer”, efervescente, así se describe Téllez desde un hotel cercano a Washington donde están alojados todos los expulsados: periodistas, empresarios, campesinos, jubilados o estudiantes… A la una de la mañana del jueves pasado, la despertaron, le dieron ropa de civil y, junto a otros presos, la subieron a un autobús que les condujo a un aeropuerto. En un chárter llegaron a EEUU, repudiados como apátridas por el tirano Ortega. El vuelo supuso para la mítica Comandante Dos el fin de 605 días de prisión en condiciones penosas: un cubículo sin ventanas de 6x4 metros que no le estaba permitido abandonar. No le permitían leer ni escribir, pero ella no dejó de hacerlo mentalmente. Tampoco quiso abandonar su cuerpo. Cada día dedicaba tres horas al ejercicio: “80 vueltas, 15 metros cada vuelta”. Fue tanta su obsesión por mantenerse en forma que llegó a lastimarse un pie. 

Obsesión, tozudez, empeño, perseverancia… Téllez (Matagalpa, 1955) personifica todas las expresiones de la resistencia. De niña se recuerda vivaracha, revoltosa y ávida lectora: “Muy desafiante. Muy rebelde. En mi casa no era visto como un problema, pero en el colegio sí. Sobre todo, en un colegio de monjas.”, A los 17 años comenzó su acercamiento al FSLN, estudiaba medicina, pero la abandonó para irse a la clandestinidad. En 1975 fue a Cuba para recibir entrenamiento militar. Dos años más tarde, regresó a Nicaragua y, en un campamento en la frontera con Honduras, conoció a Daniel Ortega, quien décadas después se convertiría en su carcelero. La revolución triunfó y, durante la primera administración sandinista, Téllez fue ministra de Salud. Pero todo se torció. En 1995, fundó el Movimiento Renovador Sandinista, renombrado Unamos, para reivindicar la democracia y la justicia social porque “Nicaragua es una dictadura familiar de Daniel Ortega, familia y amigos”.  

García Márquez cerraba su crónica de 1978 con un apunte del Comandante Uno, Hugo Torres Jiménez, ante la explosión de júbilo popular: “Ya ve, esto es lo único que no se puede comprar con plata”. Torres Jiménez fue compañero de Téllez en Unamos, también fue encarcelado en 2021, murió en prisión en condiciones aún no aclaradas el 12 de febrero de 2022. Desde EEUU, Téllez y sus compañeros le han recordado. ¿Y ahora? Ortega “ya no soportaba la presión interna, la resistencia nuestra y la presión internacional. No pudo doblegar a nadie, a ningún preso o presa política”, afirma Téllez. “En esta lucha por nuestros derechos y libertades cada uno de nosotros, cada una de nosotras tiene un papel. Pequeño, mediano, grande, no importa el tamaño. Todos podemos hacer algo". España ha ofrecido nacionalidad y asilo a todos los expulsados. De algún modo, su lucha también es la nuestra. 

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