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Ley del 'solo sí es sí': un empecinamiento innecesario

La resistencia de UP a admitir que la ley del ‘solo sí es sí’ necesitaba ajustes ha supuesto un desgaste absurdo

La ministra de Igualdad, Irene Montero (c), la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell (d) y la secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género, Ángela Rodríguez, ofrecen una rueda de prensa después de la reunión del comité de crisis para evaluar los asesinatos machistas cometidos en España en el mes de enero.

La ministra de Igualdad, Irene Montero (c), la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell (d) y la secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género, Ángela Rodríguez, ofrecen una rueda de prensa después de la reunión del comité de crisis para evaluar los asesinatos machistas cometidos en España en el mes de enero.

El enfrentamiento larvado que mantenían el PSOE y Unidas Podemos (UP) sobre la necesidad de enmendar los efectos no deseados de la 'ley del solo sí es sí' estalló este lunes consagrando la enésima crisis en el Gobierno de coalición. Hasta tal punto sangrante que el intento de restañarla llegó al cabo de pocas horas. Ante la evidencia de que la interpretación de la ley por parte de algunos jueces ha llevado a la rebaja de penas de unos 300 agresores sexuales y la excarcelación de una veintena de ellos, y la férrea negativa de Podemos a modificar la medida estrella del Ministerio de Igualdad, el PSOE anunció ayer que presentaría una proposición de ley para corregir la norma. Y finalmente, UP ha asumido que añadir nuevas medidas, necesarias para mejorar la persecución de los delitos y la protección de las víctimas, no bastaba.

El reto socialista ha hecho que los morados se movieran de su postura inicial, el rechazo a tocar una sola coma del texto y proponer medidas alternativas como doblar los juzgados exclusivos de violencia sobre la mujer, reforzar la fiscalía de violencia sobre la mujer, garantizar la asistencia jurídica gratuita a las víctimas, dar formación especializada al personal de la Administración de Justicia e Interior o conceder ayudas a las víctimas . Medidas que el PSOE respalda, pero que no resuelven las disfunciones creadas por la ley.

Una vez superada esta negativa, la intención es llegar a un acuerdo entre los dos socios del Gobierno antes de presentar la proposición. Es decir, aplicar una medida fruto de la transacción, como corresponde ante las lógicas discrepancias en un Gobierno de coalición y como ocurrió con buenos resultados, por ejemplo, en la reforma laboral.

Es cierto que algunos jueces –no todos– están interpretando la ley en sentido contrario a lo quería el legislador. Pero este hecho no da la razón a la ministra de Igualdad, Irene Montero, que se ha limitado a apuntarles como únicos culpables de las indeseadas rebajas de penas. Si la norma es susceptible de tan diversas interpretaciones, es evidente que tiene defectos técnicos. Modificar la ley para evitar esas interpretaciones no deseadas no quiere decir descafeinarla, sino, al contrario, garantizar que tenga los efectos que se perseguían. Pero, superadas las resistencias a admitir el error cometido, en una obstinada negación de la evidencia y muestra de escasa capacidad de autocrítica, aún quedan escollos por solucionar. 

Sí existe consenso en que el consentimiento se mantenga como centro de la ley, sin necesidad de tener que demostrar que hubo violencia: el principio que sirvió para bautizarla como la del 'solo sí es sí'. Sin embargo, una de las fórmulas propuestas desde el Ministerio de Justicia para paliar las rebajas que podrían producirse en el futuro, aumentar las penas mínimas y agravarlas en caso de que exista violencia, corre el peligro de reincidir en la injusta presión que recaía sobre la mujer agredida, requerida a demostrar si para vencer su resistencia había sido objeto de violencia. El consentimiento debe seguir siendo el puntal de la ley sin volver a la situación anterior. La técnica legislativa debe afinarse para hacerlo posible. Exactamente el punto en el que nos encontrábamos hace semanas, durante las que se ha sucedido un espectáculo muy poco serio que ha dañado la imagen del Ejecutivo (y lo que es peor, con consecuencias que suponen un agravio injustificable para las víctimas).