Artículo de Joan Guix

Sanidad pública: un fregadero que rebosa

Estamos frente a una crisis estructural. Nuestra sociedad está más envejecida. Nos faltan médicos y enfermeros. Hay que replantearse el sistema sanitario, no para poner parches, sino para rehacerlo de lleno

Urgencias saturadas en el Hospital Moisés Broggi

Urgencias saturadas en el Hospital Moisés Broggi / Elisenda Pons

Joan Guix

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Nuestras urgencias, CAP y hospitales están desbordados. Decíamos que era como consecuencia de un alud de infecciones respiratorias: bronquiolitis, covid y gripe, pero eso solo no lo explica todo.

Lo cierto es que el nuestro y otros países con estados del bienestar desarrollados estamos sufriendo una crisis que, en nuestro caso, está agravada por los antecedentes de los fuertes recortes y del impacto de la covid sobre un sistema sanitario del que nos llenábamos la boca diciendo que era uno de los mejores del mundo y de los más eficientes. Esto era cierto, pero a costa del esfuerzo de nuestros profesionales. La cuerda, de tanto tensarla, se ha roto.

Mirad, esto, en mala comparación, es como una especie de fregadero. Tenemos un grifo por el que entra el agua y un desagüe por donde sale. Mientras están equilibradas entrada y salida, el fregadero no rebosa. Ahora bien, si se abre demasiado el grifo o el desagüe se estrecha, el fregadero se sobrepasa y ya tenemos el encharcamiento asegurado.

Parece que el volumen y la complejidad de los pacientes se ha incrementado y nuestra capacidad de atender la demanda ha descendido como consecuencia, entre otras, de la insuficiencia de personal sanitario.

Ciertamente la pandemia ha provocado que muchos pacientes crónicos no hayan recibido la misma atención que antes y se hayan descompensado, y eso incremente la demanda actual. La puesta en marcha de consultas telefónicas no resuelve problemas, como mucho los aplaza aunque puede bajar la presión burocrática o de consultas banales. Todo apunta a que esta insuficiencia de profesionales puede haber reducido la capacidad de resolución de la primaria repercutiendo sobre la atención hospitalaria. Poner otros perfiles profesionales que no sean médicos y enfermeros ayuda, pero no arregla el problema. El grifo mana mucho más y el desagüe ha bajado su capacidad de evacuación.

El hecho es que el entorno ha cambiado. Estamos frente a una crisis estructural. Nuestra sociedad está más envejecida. Nos faltan médicos y enfermeros. Hay que replantearse el sistema sanitario, no para poner parches, sino para rehacerlo de lleno.

Habrá que modificar muchas cosas, pero desde la salud pública hay que remarcar dos aspectos:

Es necesario reorientar la atención primaria potenciando el enfoque comunitario alineando atención primaria, salud pública y servicios sociales, para ir a la raíz de los problemas, aguas arriba, donde está el origen de la enfermedad, y no limitarnos a ser reactivos. Podemos reducir muy notablemente la carga de enfermedad teniendo en cuenta que su principal origen viene dado por entornos sociales y conductas previsibles y mejorables.

También es necesario centrarnos en la desmedicalización de la sanidad. La medicalización es el proceso mediante el cual la medicina expande su ámbito de actuación, ocupando aspectos de la vida personal y social de la gente que anteriormente no habían estado bajo su acción, y que está demostrado que es fuente de importante yatrogenia. En cualquier caso, en momentos de crisis, no es sensato hacer cosas que no toca hacer.

Bajar el flujo del grifo y ensanchar el desagüe, es decir, cuidarse en salud e incrementar profesionales. Otra cosa es poner parches.

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