De Ratisbona a Auschwitz
Ratzinger ha sido el Papa contemporáneo con mayor vuelo intelectual
Josep Maria Fonalleras
Escritor
Es difícil (e injusto) intentar reducir un pontificado a un solo calificativo, hacer un dibujo acuciado que intente condensar en pocos trazos una determinada manera de hacer y de actuar. Resulta que, sin embargo, necesitamos estos titulares para entender el mundo en un destello, porque nos vemos sometidos a un dictado de la inminencia, sin mucho más recursos mentales que un impresionismo de pocos adjetivos. Roncalli era bueno; Montini era un hombre que vivía en la duda y la angustia; Luciani fue breve; y para Wojtyla reservamos los viajes, la ascendencia política y la complacencia en determinadas prácticas que llevaron a la Iglesia Católica a un trágico y oscuro callejón. Para Ratzinger, ya teníamos la definición lista cuando fue elegido Papa: el rigor y la intemperancia doctrinal. Se nos aparecía, después de su larga carrera al frente de la Inquisición moderna, como un guardián impertérrito de la fe. Y resulta que acabó su papado exhausto, después de haber colocado la primera piedra de la regeneración moral, superado por un desaguisado doméstico que no pudo afrontar con unas fuerzas muy frágiles.
Necesitamos percepciones más medidas, análisis más intensos. Ratzinger, de hecho, ha sido el Papa contemporáneo con mayor vuelo intelectual. Su carrera universitaria le avala y, si ampliamos el objetivo de la cámara, debemos fijarnos en dos momentos (tres, de hecho) que marcaron el inicio de su trayectoria como Benedicto XVI. La lección que dio en la Universidad de Ratisbona en el 2006 (con el añadido de un discurso a la curia pocos meses después), y la visita, el mismo año, a Auschwitz. En el primero, que provocó una polémica fenomenal porque se entendió como un ataque al Islam más violento, Ratzinger describió –con una esmerada precisión filosófica– la identificación de Dios con el “logos”, es decir con la razón , con la Palabra, a partir de un texto del siglo XIV del emperador bizantino Manuel II Paleólogo. "No actuar según la razón", dijo, "es contrario a la naturaleza de Dios". Afianzó esta idea con una reflexión posterior sobre el impacto de la Ilustración (de Kant, sobre todo) en la doctrina cristiana. En cuanto al Holocausto, un papa alemán en Polonia se arrodilló ante la memoria del terror y reconoció que aquella Palabra, allí, era inútil: “Solo el silencio, un silencio que es un grito del corazón a Dios: ¿Por qué permaneciste en silencio? ¿Cómo pudiste tolerar esto?”. Cosas que nos invitan a pensar en el adiós a Ratzinger.
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