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Serrat, patrimonio de la humanidad

Serrat - Bravo Serrat

Albert Sáez
Albert SáezDirector de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
A menudo olvidamos el significado original del término cultura. Se refiere a lo que tenemos en común. Tradicionalmente, el territorio, la lengua y la historia se han erigido como las bases de lo compartido. Pero, a lo largo del siglo XX y muy especialmente en este siglo XXI, las sucesivas revoluciones en las comunicaciones y en las telecomunicaciones han añadido nuevos elementos a las identidades culturales. Cuando una persona aterriza en un par de horas desde Barcelona hasta Estambul, por poner un ejemplo, descubre en los bares una cierta identidad cultural en lo que come y en cómo lo come procedente de un clima y una agricultura compartidas. En la era de la globalización, la gastronomía, las marcas, las aficiones o los iconos audiovisuales generan el mismo efecto.
Nadie duda de la importancia de la música en la cultura contemporánea. Y dentro de la música popular, los cantautores han tenido desde la segunda mitad del siglo XX un protagonismo especial. Sus melodías, sus letras, su forma de vestir y de pensar han sido compartidas por millones de personas en lugares y momentos muy distintos. Tararear “caminante no hay camino” ha permitido a gente de medio mundo reconocerse como miembros de una misma comunidad. Una amalgama de gente muy distinta pero que se han emocionado con las mismas notas y con la misma voz, la de Joan Manuel Serrat. La voz de un “noi” del Poble Sec que nunca ha dejado de cantar al amor, a la esperanza, al deseo de un mundo mejor y que siempre ha aprovechado su conexión con el público para denunciar injusticias, plantar a cara a dictaduras y defender la diversidad. Hoy es posible pasearse por medio mundo simplemente diciendo que eres del país de Serrat, un país que empieza en Barcelona y acaba muy cerca de la Antártida en el que no caben ni Franco, ni Pinochet, ni Videla, en el que se dignifica el papel de las mujeres a las que se les negó todo en un mundo patriarcal, se valoran las pequeñas cosas, se adora a los niños, se vibra con el Barça y se protege el Mediterráneo y no se aceptan imposturas identitarias. Ese país se queda esta semana sin la voz en directo de su fundador y su cuidador durante cinco décadas. Pero Serrat y su música siguen y seguirán con nuestro agradecimiento y reconocimiento: “Bravo Serrat”.
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