APUNTE

Camina, Leo, camina

Argentina - Croacia | La maravillosa jugada de Messi que dio el tercero a Argentina

Argentina - Croacia | La maravillosa jugada de Messi que dio el tercero a Argentina / AFP

Albert Guasch

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Por eso camina Messi. Por eso transita por el partido con el paso cansino. Por eso a menudo se dedica a mirar lo que acontece a su alrededor sin inmutarse. Para regularse antes de explosionar en jugadas que desembocan en goles de marca como el tercero que encajó Croacia. Para darle mecha a la locura global. Para alumbrar imágenes imborrables. Para ser Messi.

El juego se desarrolla a su alrededor y él se sitúa inmóvil en medio del torbellino, con ese aire que a veces se da de ausente. Parece pegarse la buena vida mientras los demás corren y pierden el resuello para recuperar el balón. Ese ademán de indiferencia es el engaño más grande que se ha visto nunca en un campo de fútbol. 

Porque llegará un momento en que Messi saldrá de su hibernación física y accionará todos los resortes de su inmenso talento. Despertará y se convertirá en una bestia. Llegará un instante en que olerá algo que le hará conducirse hacia esa esfera creativa de acceso único que tantas veces vimos en Barcelona. 

Argentina - Croacia | La maravillosa jugada de Messi que dio el tercero a Argentina

MEDIAPRO

Cuando recibió escorado el balón a media cancha y encimado por Guardiol, 15 años menos de edad y uno de los defensas más fiables que se han visto en este Mundial, a la jugada se le adivinaba el futuro de una hoguera bajo la lluvia.

Pero Messi no solo mantuvo el fuego vivo sino que fabricó un incendio. Arrancó y frenó y volvió a arrancar, y fue guardando distancias respecto al defensa con el brazo, amagando el balón, caracoleando, el brazo izquierdo de nuevo como freno al acoso, y exprimiendo sus pulmones y esas piernas que antes caminaban y ahora estaban poseídas. 

No se deshizo por velocidad como antes. Fue con oficio que le sacó el medio metro necesario a Guardiol para culminar la acción que respalda una carrera. Toma Julián, métela, le dijo con la asistencia postrera. 

Entonces Messi se giró a la grada. Y se giró hacia Julián Álvarez. Y se abrazó con todos. Un abrazo al mundo. Ya solo le queda una tarde más de caminatas y carreras para levantar un sueño y a la par descargar una losa muy pesada que Argentina lleva años colocándole a la espalda y que él ha asumido como una obligación testamental.

Desde siempre, pero más en este Mundial, Messi convoca pasiones desenfrenadas, exaltaciones exageradas, emociones que convierte a adultos en niños. Las cosas extraordinarias e irracionales del fútbol, del que siempre se dice que es injusto. Igual habrá que dejar de decirla si el trofeo lo gana el caminante.   

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