Un cadáver en el contenedor de basura
Un caso espeluznante en la apacible vida del Eixample
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Mientras se cuecen estas líneas, le están practicando la autopsia al cadáver. Mejor dicho, al tronco humano hallado dentro de un contenedor, de los normales, donde se invita a los vecinos a deshacerse de cerámica rota, pañales sucios, restos de barrer y paraguas desarbolados. ‘Cuidem Barcelona. Residus’, dicen las letras blancas estampadas en el receptáculo gris. Los forenses analizan un torso de varón blanco, de mediana edad, a falta de cabeza y extremidades. ¿Dónde se encuentra el resto del cuerpo?¿A quién pertenecía? ¿Quiénes lo despedazaron?¿Nadie vio ni oyó nada? ¿Se cometió el asesinato en las inmediaciones o en otro lugar?Fue en la confluencia de la calle Casanova con la avenida de Roma donde un chatarrero rumano, rebuscando entre la basura con un palo, se tropezó con el espanto metido dentro de una maleta negra.
Una trama novelesca
Con el riesgo que implica conjeturar en cualquier suceso, el hallazgo parecería llevar la firma del crimen organizado. Drogas, compraventa de armas, trata de personas. El Mal. Es solo una hipótesis con los suficientes ingredientes para urdir una trama de ficción, una novela negra de las duras. Así empieza ‘Catedrales’, de la argentina Claudia Piñeiro, con el cadáver de una adolescente, descuartizado y quemado, que aparece en un terreno baldío, en un descampado donde los vecinos tiraban la basura…Precisamente ahí radica el escalofrío en el caso que nos ocupa, espantosamente real: en el lugar del descubrimiento, en pleno Eixample, un barrio con su respetabilidad de clase media, con sus terrazas y panaderías, con su estanco. No es lo mismo entrar en el establecimiento pidiendo un sello o un paquete de Marlboro, en la apacible cotidianidad acostumbrada, que irrumpir a voz en grito: «Amigo, amigo, llama a alguien, que esto es muy grave». No, Barcelona no es Tijuana.
Lo siniestro
En 1919, Freud publicó un artículo titulado en alemán ‘Das Unheimliche’ (lo siniestro) donde analizaba los mecanismos del horror a partir de un cuento de E.T.A. Hoffmann, ‘El hombre de arena’. Para el neurólogo y psicoanalista vienés, lo siniestro se produce cuando el significado de ‘unheimlich’ (lo ominoso, lo angustiante, lo espeluznante) se funde con su opuesto ‘heimlich’ (lo hogareño, lo íntimo); es decir, cuando lo extraño y lo familiar se encuentran. En otras palabras, te estás preparando una ensalada y una ramplona tortilla a la francesa para cenar y descubres que, en el apartamento de al lado, alguien está desmembrando un cadáver. O ese tipo con pinta de electricista cansado con quien te cruzas al doblar la esquina, no es tal, sino un despiadado criminal, un sicario, un asesino a sueldo.Cuando un elemento anormal e inesperado irrumpe en el lugar equivocado, el sobrecogimiento se recrudece. La inquietante familiaridad.
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