Artículo de Sergi Sol

La exaltación de “la dialéctica de los puños y las pistolas”

En noviembre de 2022 los nostálgicos se atreven a salir a la calle a enaltecer a Primo de Rivera y a Franco mientras los descendientes de la represión siguen asistiendo a exhumaciones a ritmo de tortuga

Exhumación de cuerpos de la Guerra Civil en la fosa común de El Carmen (Valladolid)

Exhumación de cuerpos de la Guerra Civil en la fosa común de El Carmen (Valladolid) / JUAN MEDINA / REUTERS

Sergi Sol

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23 de noviembre de 1975. Sus Majestades Juan Carlos I y Sofía presiden el multitudinario funeral a Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, en la plaza de Oriente. Él viste de uniforme. Ella, de riguroso luto.

Franco ha muerto oficialmente tres días antes. En la cama. Curiosamente un 20 de noviembre, la misma fecha que el reverenciado José Antonio Primo de Rivera. El fundador de la fascista Falange Española, el hijo de otro dictador, Miguel Primo de Rivera. José Antonio es el de “la dialéctica de los puños y las pistolas”. Fue fusilado en un penal de Alicante, ciudad que antes de la maldita Guerra Civil hablaba plenamente en catalán.

Esa también es parte de la obra de Franco. Y antes, de Miguel Primo de Rivera, un dictador que hizo de su furibundo anticatalanismo santo y seña. Fue tan exacerbado en ese punto que logró convertir al catalanismo al mismísimo cardenal de Tarragona, Vidal i Barraquer.

Estos días es posible ver ‘Argentina 1985’ en Netflix, la última entrega de Ricardo Darín. Sin ser su mejor película, pone en evidencia la sustancial diferencia entre lo que en Argentina aconteció y lo que aquí se transaccionó.

Vamos para 50 años ya de la muerte del caudillo Franco y 40 de la victoria histórica del PSOE de Felipe González. Y la casa por barrer incluso en lo más profundo de cada corazón que busca consuelo sin sed de venganza.

Por eso recurrimos a emplazamientos como el Memorial de les Camposines en la Fatarella, dejado de la mano de (ese) Dios que bendecía a Franco. Pero donde, por lo menos, hay una placa con los nombres de algunos de los que perecieron en aquella batalla. El ejército de ocupación no hacía prisioneros, ni daba cristiana sepultura pese a invocar la cruzada nacional.

Para muchos, no solo no hay reparación alguna, ni tumba donde meditar o rezar. En noviembre de 2022, en España, los nostálgicos se atreven a salir a la calle a enaltecer sin tapujos a Primo de Rivera y a Francisco Franco mientras los descendientes de la brutal represión siguen asistiendo a exhumaciones de fosas a ritmo de tortuga.

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