Opinión |
Artículo de Marc Lamuà

Hambre de cultura

El bono cultural joven volverá a tener más de dos cientos millones consignados en las cuentas públicas, con el espíritu de mejorarlo

Concierto en el Teatre Grec de Barcelona

Concierto en el Teatre Grec de Barcelona / Ajuntament de Barcelona

Marc Lamuà

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Recuerdo bien como en algunas comparecencias en la comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, alguna de sus señorías portavoces se sonreían e incluso respondían ingeniosa, aunque socarronamente, cuando el ministro Miquel Iceta o el secretario general Víctor Francos hablaban de cómo pretendían, desde las herramientas que les permitiera el ministerio, apoyar y promover una suerte de renacimiento cultural en la España pospandemia.

Hace pocos días conocíamos la campaña publicitaria institucional que bajo el lema 'Hambre de cultura' pretende empezar a hilvanar este compromiso de cara al público general de España. A través del material multimedia, audiovisual, radiofónico y gráfico, esperemos que llegue a todos los rincones posibles y que pueda ser del máximo provecho para nuestros sectores culturales y las industrias de nuestro país.

Es cierto, para todos los que asistimos asiduamente a actos culturales, que se nota esa hambre, esas ganas de reencontrarnos con los amigos en los museos, conciertos, salas de conferencias, volver a coincidir con los que nos unen pasiones culturales. El ministerio se había comprometido a intentar magnificar todo ese sentimiento para ayudar a que nuestra cultura vuelva lo antes posible a su máximo potencial, y no debemos desdeñar una campaña como esta y el esfuerzo que entraña.

Igualmente, cierto es que un buen cartel, una buena cuña de radio y un buen anuncio publicitario de nada sirven con otros elementos que, si bien pueden pasar más desapercibidos para el público general, son mucho más cruciales para nuestras industrias culturales y nuestros creadores.

La semana próxima se tramitarán en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado para el año próximo y de poco serviría una buena campaña publicitaria para ese renacer cultural si nuestra cultura no hallara en las futuras cuentas públicas lo fondos que deben apuntalarlo. Resonaban aun algunos ecos de los agoreros que el año pasado tildaron el presupuesto de cultura de estar hinchado falsamente por los fondos europeos, cuando supimos que este año el presupuesto total de cultura ascendería a 1.804 millones de euros, un 13,5% más que en este ejercicio que se acaba. El hambre de cultura en el Partido Socialista cristaliza en el presupuesto general del estado, no hay un lugar mejor, no hay notario público más claro y transparente.

Dos menciones, solamente, que demuestran el compromiso del ministro Iceta y su equipo con nuestra cultura y la manera progresista y plural de como la entienden. El bono cultural joven volverá a tener más de dos cientos millones consignados en las cuentas públicas, con el espíritu de mejorarlo, pero con el esfuerzo de un año inicial en el que se ha tenido que montar una enorme estructura de funcionamiento desde cero. El compromiso transversal de que cada uno de nuestros jóvenes de 18 años tenga el hambre cultural de zamparse los fondos que les dedicamos en lo mejor de nuestra cultura debería ser ineludible, seamos gobierno o seamos oposición, ¿por qué renunciar a un nuevo derecho para nuestra juventud y a un beneficio para nuestras industrias culturales?

Finalmente, la campaña 'Hambre de cultura' la encontraremos en todas nuestras lenguas, una manía más – la de enorgullecerse y promocionar sin ambages todas las lenguas de España – del ministro Iceta. Este orgullo de nuestra pluralidad lingüística ya la hemos podido ver en cómo se ha representado nuestro mundo literario en la Feria de Fráncfort, lo vemos también en los presupuestos, donde ascienden casi hasta los 40 millones de euros la partida para las comunidades autónomas para la promoción del audiovisual en todas nuestras lenguas.

Es por todo esto, que más allá de una simple campaña para dar cumplimiento a una promesa –una tradición que no está mal en ir recuperando en nuestra política- es todo lo que la va a acompañar, con tangibles en los presupuestos, donde reside el máximo compromiso de un mandatario. Es ahí donde el Ministerio de Cultura del Gobierno de España demuestra que nuestra hambre de cultura no es meramente propagandística.