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Ucronía 1996: El presidente que se vende a los catalanes
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
El presidente del Gobierno está dispuesto a todo para conseguir la investidura y aprobar los Presupuestos. Para ello, no se detiene ante ninguna demanda de los catalanes. Les ha transferido ni más ni menos que la Guardia Civil de Tráfico. La bandera española dejará de ondear en las carreteras catalanas como ya no lo hace en las vascas. Además, les va a transferir un nuevo tramo del IRPF y del IVA, de manera que va a quebrar la unidad de mercado. Y no contento con eso, ha aceptado la supresión del servicio militar obligatorio, así que los jóvenes dejarán de jurar la bandera rojigualda y de convivir juntos bajo un mismo techo durante un año procedentes de regiones diversas. No contentos con esto, los catalanes han exigido también un trazado del AVE que pase por las cuatro capitales de la comunidad autónoma. Tras estos pactos, España dejará de ser la nación histórica que ha sido por culpa de la traición de un hombre con una ambición desmesurada y que no responde a la tradición de su partido cuyos militantes gritaban la última noche electoral: «Pujol, enano, habla castellano». No se puede aceptar tamaña traición y el partido del presidente debería pararle los pies.
Mil perdones. Se me ha traspapelado en la edición de hoy un texto escrito en 1996. Seguramente, muchos de ustedes han pensado que, por un día, esta columna sucumbía al argumentario del ala dura del PP. Pero no, el presidente que hizo todo lo que antecede en este texto se llama José María Aznar, el primer líder del PP que llegó a la Moncloa. Y los contenidos de su pacto con Pujol son estos. España, 25 años después, sigue siendo la nación que era. Pero el PP ha sucumbido a los designios de los que confunden sus intereses personales, profesionales, periodísticos o judiciales con el interés general. Es todo una gran vergüenza. Con el tiempo hemos sabido cuál era la cara B del pacto del Majestic, algunos hijos de Pujol conectaron con las tramas corruptas del PP. Aznar, como diría Casado, no solo se vendió al Estado sino que lo puso al servicio de los nacionalistas que acabaron siendo independentistas. Lo más desalentador para los demócratas es que quienes no se presentan a las elecciones controlen desde las tribunas a los que dan la cara. Y los pongan al servicio de salvar de la cárcel a los amigos de los hijos de Pujol.
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