Tribuna

Menos ruido, más voces

Òmnium está, deshaciendo los nudos, en todos los frentes prioritarios, porque hay que cambiar la situación y salir de la fase de bloqueo para poder avanzar

Òmnium

Òmnium / Leonard Beard

Xavier Antich y Mònica Terribas

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¿Dónde tenemos el país este otoño? Responder la pregunta obliga a analizar y distinguir, en medio de todo el ruido, las diversas crisis -democrática, social y económica- que se cronifican, se enquistan e impactan directamente sobre la ciudadanía. Que el ajetreo del momento no nos haga obviar la negación sistemática del Estado español al legítimo derecho a la autodeterminación de Catalunya y el goteo incesante de causas judiciales contra representantes públicos, sociedad civil organizada y ciudadanía movilizada, que acumula más de 4.200 procedimientos, tal como señala el mapa de la represión elaborado por Òmnium Cultural. Tampoco podemos eludir las órdenes políticas de jueces y policías de espiar al movimiento independentista ni las instrucciones del ministerio del Interior para infiltrar policías en la juventud organizada, vulnerando derechos fundamentales y movilizando herramientas de la lucha antiterrorista para perseguir la disidencia.

Que el griterío no nos tape la evidencia de que un 29% de la población vive en riesgo de exclusión social, que el paro juvenil supera el 25% y que la inflación y el precio de servicios básicos no dejan de subir. Que hay gente sin casas y casas sin gente a causa de la gentrificación y la especulación, y que los presupuestos de la Generalitat no serán los que nos hacen falta para darle respuesta hasta que este país logre la independencia y pueda revertir un déficit fiscal crónico de 20.000 millones de euros anuales. Que el país no podrá avanzar si deja atrás un tercio de su gente.

Que el alboroto no esconda dónde tenemos la lengua catalana: judicializada en las escuelas y reculando en muchos ámbitos, sobre todo en el audiovisual, el ocio y en la calle.

Que los silbidos no impidan la reflexión necesaria sobre el patrimonio del 1 de octubre de 2017. Allá donde culminó un ciclo insólito de cooperación, organización y discreción del movimiento independentista en toda su diversidad. Aquel patrimonio, que vive todavía, pero que no ha avanzado en la misma dirección durante el ciclo posterior al 1-O porque los partidos han dejado de escucharse y de trabajar en acuerdos estratégicos. Un momento complejo donde nosotros no abonaremos una dinámica de bandos ni señalaremos culpables. Y donde diremos sin tapujos que si alguien pretende apropiarse del patrimonio del 1-O es que no ha entendido la naturaleza transversal del movimiento. Porque no es la base social del independentismo quien ha dinamitado el potencial de aquel otoño: es el Estado español, con violencia policial, represión, juicios y exilio; pero también las actitudes partidistas y las luchas por una hegemonía tan exigua que no lleva ni a la independencia ni a ninguna parte.

Si ponemos la oreja veremos que son los frentes prioritarios en los que hay que trabajar. Òmnium está, deshaciendo los nudos, en todos ellos, porque hay que cambiar la situación y salir de la fase de bloqueo para poder avanzar. Y esto quiere decir avanzar hacia la vía democrática, inclusiva y transversal, a la independencia a través del ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación. Nos hace falta restablecer la generosidad, el respeto y el reconocimiento recíproco como condiciones necesarias para trabajar con objetivos compartidos que permitan salir adelante. Por eso, hacen falta nuevas maneras e incorporar nuevas sensibilidades y nuevas voces, también de la ciudadanía organizada, para participar en la solución del problema. Empezando por la juventud organizada, que demuestra día a día que siempre está con voz propia y que debe ser escuchada. La gente joven que demuestra su compromiso y que, demasiado a menudo, no tiene altavoz ni se siente representada por una sociedad que les aparta y para la que dibuja un futuro incierto. Aquellas personas que si no las escuchamos, corremos el riesgo de perderlas, de dejar el independentismo huérfano de toda una generación. Porque el futuro del país no lo decidirán solo tres partidos y dos entidades.

¿Son suficientes razones para encontrarnos en un espacio común desde donde construir? Creemos que sí, y no tenemos alternativa. Cuando hablamos de nuevo ciclo, desde Òmnium, hablamos de tejer una estrategia conjunta y esto solo es posible si se abandona la dinámica de reproches y se trabaja con plena conciencia por los retos donde hay en juego el futuro del país. Y si se actúa en consecuencia. Solo así nos saldremos. Las puertas de Òmnium están abiertas para actuar. Nosotros estamos.