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Cuando Seat estornuda...

España está a punto de coger una pulmonía si el grupo Seat-Volkswagen paraliza la inversión que tiene prevista en el proyecto Future Fast Forward

La fábrica de baterías de Sagunto va tomando cuerpo

La fábrica de baterías de Sagunto va tomando cuerpo

Albert Sáez

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Hace muchos años, un veterano periodista me dio un sabio consejo tras valorar mal la importancia de una noticia: "Cuando Seat estornuda, Catalunya se constipa". Resumía el aforismo la importancia que tenía y tiene la fábrica de coches de Martorell para la economía catalana, por los puestos de trabajo directos e indirectos que genera, por las inversiones que realiza y por los impuestos que paga. A día de hoy, deberíamos decir que es España la que está a punto de coger una pulmonía si el grupo Seat-Volkswagen paraliza la inversión que tiene prevista en el proyecto Future Fast Forward que moviliza un total de 10.000 millones de euros. El escollo, cuentan los políticos valencianos, está en los técnicos del Ministerio de Industria cuya exasperante lentitud hace que los primeros 700 millones que tenían que aportarse a la construcción de una gigafactoría de baterías en Sagunt, no pasen de 300 millones, aunque comprometidos no hay más que 167. En su momento, esta fábrica se dijo que no se instalaba cerca de Martorell por la falta de entusiasmo del Gobierno catalán. Pero todo el despliegue de fotos en TikTok que hizo entonces el Gobierno de España se ha ido al traste en los despachos de los que no se dan cuenta de la importancia que tienen estos proyectos en los territorios afectados, en este caso València. Sin eximir de responsabilidad a sus responsables políticos que no deben haber visto las encuestas en las que la mayoría en esa comunidad autónoma va de un escaño en las últimas encuestas.

Una situación como esta no es responsabilidad de un funcionario, de una ministra o de un gobierno de un color determinado. En España no hay mentalidad industrial, ni entre muchos empresarios, ni entre la clase política ni entre algunos sindicatos. La preponderancia del turismo ha puesto foco en los servicios al igual que las grandes multinacionales de matriz española están más vinculadas a la prestación de servicios esenciales (agua, luz, electricidad, telecomunicaciones) que no a la fabricación de bienes. El automóvil era y es, quizá, la principal excepción, gracias también a la responsabilidad exhibida en muchas ocasiones por los trabajadores. Pero si no se supera, con inversiones como la que está en juego, la frontera de la electrificación, estamos condenados a ser un país de camareros mileuristas.

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