Ley trans, deseos o derechos
Es un disparate permitir el cambio de sexo a adolescentes de tan solo 14 años
Joaquim Coll
Historiador
La decisión de la activista Carla Antonelli de darse de baja del PSOE por el retraso en la tramitación de la ley trans ha vuelto a poner en el foco del debate esta iniciativa del Gobierno de coalición tan demandada por algunos grupos como criticada por un sector notable del feminismo. Aunque de entrada podría parecer que supone una ampliación de derechos y, por tanto, desde una óptica progresista y humanista el apoyo a la ley debería ser unánime, la realidad es que introduce la ideología transgenerista, que choca con la línea de flotación del feminismo.
La iniciativa impone el llamado “tratamiento afirmativo”, que consiste en aceptar sin discusión psicológica o psiquiátrica el autodiagnóstico del paciente que declara “soy mujer”, “soy hombre”, “soy trans”, “soy no binario”. Con ello se desatiende el derecho de esas personas a recibir un acompañamiento médico e impide abordar con garantías el fenómeno de los adolescentes que súbitamente se declaran trans. Es un fenómeno con frecuencia asociado al contagio social (grupos de amigas que se declaran trans a la vez) y que ha aumentado llamativamente en los últimos años. El problema es que algunas de estas adolescentes, después de haber emprendido tratamientos hormonales o quirúrgicos (castración, mastectomía), desean volver atrás. Las ‘destransiciones’ dejan secuelas graves, por lo que es un disparate permitir el cambio de sexo a adolescentes de tan solo 14 años.
La ley trans convierte el género en algo individual y subjetivo, que no se cuestiona (como hace el feminismo), sino que se celebra, con la única condición de que se pueda elegir independientemente del sexo biológico. La ideología transgenerista tiende a sacralizar los estereotipos, pues empuja a adolescentes cuyo comportamiento no se adecua a los roles clásicos de género a identificarse con el otro sexo. La propuesta de ley permite el cambio legal de hombre a mujer y viceversa a cualquier persona que vaya al Registro Civil, sin requisito alguno, lo cual vacía el sexo de categoría legal, pues es algo elegible y modificable. No defiende derechos, sino que atiende deseos.
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