Apunte
El otro Iker
A nadie se le debe exigir ser perfecto en todos los ámbitos de su vida, pero entre eso y pasar de icono a meme, es deseable que Iker supere este momento y vuelva a ser el chaval de Móstoles, como un día reclamó mientras crecía entre los 'galácticos'.
Mónica Marchante
No debe ser fácil pasar por las difíciles circunstancias personales que ha vivido Iker, algunas conocidas, otras solo por su entorno familiar y cercano. Para el aficionado de calle, Casillas sigue levantando la copa de campeones del mundo en aquel lejano 11 de julio de 2010, sigue siendo el yerno perfecto aunque ya no bese a Sara Carbonero, sigue aguantando en silencio la suplencia que le impuso Mourinho.Y hasta sigue llorando roto en la sala de prensa del Bernabéu al tener que abandonar el club de su vida, el Real Madrid.
Porque el aficionado quiere conservar intacto a su 'santo', aunque pueda intuir que detrás de sus silencios -poco dijo cuando jugaba- no hay lo que se espera, ni la idílica imagen de chico perfecto que se vendió durante su carrera, ni la de alguien especialmente equilibrado emocionalmente, y mucho menos preparado para según qué empresas.
Casillas está “on fire” en sus redes de un tiempo a esta parte, tiene pinta que desoyendo los consejos de quienes cuidan su imagen.
Es fácil empatizar con alguien que se siente observado, invadido y perseguido por la prensa rosa desde que se hiciera público su divorcio. No vale todo. Pero soltar un tuit diciendo que eres gay como presunta gracieta en respuesta a los bulos, y luego “arreglarlo” diciendo que le han hackeado la cuenta… no parece la mejor idea.
Qué contradicción, por un lado la queja ante la persecución de los medios del corazón, por otra la 'performance' casi diaria en TikTok o Instagram reclamando atención cual adolescente en plena subida hormonal.
Iker Casillas es, además de un mito, director general adjunto de la Fundación Real Madrid, comenta partidos de la Liga, en su condición de “leyenda”, será comentarista de TVE en el próximo Mundial, y entre sus empresas destaca SportBoost, una aceleradora de startups vinculada al mundo del deporte.
Desde hace dos décadas ha sido uno de los españoles más queridos, por ser un chaval sencillo, guapo, majete y ganador. Su infarto nos cortó la respiración, su retirada obligada nos dolió.
Durante años fue sometido a una campaña de desprestigio malintencionada y jamás se quejó. Aguantó el tipo.
¿Por qué esta deriva ahora?A nadie se le debe exigir ser perfecto en todos los ámbitos de su vida, pero entre eso y pasar de icono a meme, es deseable que Iker supere este momento y vuelva a ser el chaval de Móstoles, como un día reclamó mientras crecía entre los 'galácticos'.
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