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Putin hasta parece estar acorralado
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
En una guerra, no es fácil emitir opiniones porque los hechos están sujetos a una estricta cuarentena. Aparentemente, Putin pasa por malos momentos. Las tropas ucranianas, armadas por Estados Unidos y la UE, ganan terreno y los rusos no controlan ni las zonas que presuntamente se acaban de anexionar. En paralelo, la movilización de los reservistas ha hecho caer en la cuenta a una parte de la población de que están en guerra. Las víctimas directas de la invasión de Ucrania ya no son solo los oligarcas amigos de Putin ni los mercenarios traídos de Siria. Van a ser jóvenes rusos con nombre y apellidos rusos que tienen padres y madres que lloran cuando los llaman a filas y aún llorarán más si se los devuelven en ataudes. Incluso para una dictadura es difícil resistir una guerra en pleno siglo XXI. Y más una guerra no defensiva sino expansiva, y que no apela a intereses materiales directos sino a valores históricos inmateriales Putin, pues, sufre en el campo de batalla y sufre en la retaguardia. Al menos, hasta donde sabemos.
Otra mala noticia para Putin ha pasado desapercibida. Solo un 8% del gas que se consume ahora en Europa llega de Rusia. El precio es alto, pero el gas que no vende a Alemania, no lo puede, todavía, vender a nadie, porque las infraestructuras están hechas para esta ruta comercial. Igual que a Europa le cuesta mucho traer gas por otros conductos, a Putin le cuesta venderlo a terceros por otros conductos. Y, por ahora, está teniendo más éxito Europa que Rusia en este angustiante proceso de sustitución. El futuro puede ser mejor para Rusia, pero el presente es peor. Otro flanco abierto.
En retroceso en el frente de guerra, con protestas en suelo ruso, con el gas invendido. Así de acorralado parece que esté Putin. Zelenski remata la jugada y anuncia que está dispuesto a negociar la paz con alguien que no sea Putin. ¿Es imaginable que eso ocurra? Este tipo de preguntas solo las pueden responder especialistas como Marc Marginedas. Leyendo a Catherine Belton y su extraordinario 'Los hombres de Putin', uno llega a la conclusión de que este presidente es fruto de una conspiración de los antiguos dirigentes del KGB que le dejarán caer antes de que se cargue el régimen. La cuestión es cómo y cuándo lo harán, no son finos estilistas.
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