BARRACA Y TANGANA
Enrique Ballester
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Las sensaciones

¡Siente algo! ¿Acaso ya no te importa tu equipo? Es fútbol y es verano y todo el mundo tiene sensaciones

Pedri dirige el avance azulgrana

Pedri dirige el avance azulgrana / JORDI COTRINA

El verano es en el fútbol el gran momento de las sensaciones. Todos los jugadores y todos los entrenadores de todas las categorías coinciden: en los entrenamientos y en los partidos de pretemporada 'son positivas las sensaciones'. De un tiempo a esta parte, además, el fenómeno ha contagiado a los seguidores. No hay verano sin enamoramiento ni aficionado sin sensaciones. Por la calle te preguntan qué sensaciones te da el equipo. Por la calle quieren saber si son buenas o malas las sensaciones con los fichajes. Todas esas veces que no sabes si tienes hambre o estás aburrido, en realidad ocurre que están germinando en ti las famosas sensaciones.

Las clasificaciones de las primeras jornadas de la Liga están por lo tanto incompletas y nos ocultan lo más importante, y eso que yo no suelo creer en conspiraciones. Nos enseñan los puntos, las victorias y los goles, pero no veo nunca la casilla de las sensaciones y los hinchas entonces no saben muy bien a qué atenerse, y están aturdidos, porque también lo dicen los entrenadores: a estas alturas del curso no importan tanto los resultados sino las sensaciones.

Yo a veces me tumbo en la cama a oscuras y a solas e intento concentrarme. Cierro los ojos, me masajeo el cráneo y trato de visualizar mis sensaciones. Me digo 'Enrique, siéntelas, ¿acaso no tienes sentimientos? ¿Acaso te pellizcan y no te duele? ¿Acaso no te importa ya tu equipo? Rompe tu coraza, abre tu corazón y siente las sensaciones. ¡Siente algo! Es fútbol y es verano y todo el mundo tiene sensaciones'. Pero yo no. Un fracaso grande, como ser humano, como hincha y como padre. Una tara más que añadir al curriculum vitae.

Aun así pienso que es mejor no tener sensaciones de ningún tipo que tenerlas malas. En el colegio, una vez, mi amigo Jesús empezó a salir con una chica a la hora del recreo, pero después a la hora de comer le dolía la tripa y concluyó que el dolor nacía del hecho de tener novia, así que por la tarde se acercó a la chica y le dijo gracias pero no, que se lo había pensado mejor, que le dolía la tripa y que ya no quería novia. Los demás entonces no entendimos nada, pero ahora lo comprendo todo gracias al fútbol y a los entrenadores. Eso fueron malas sensaciones.

Mis sensaciones son ahora diferentes. Salgo el último viernes de agosto y siento que no volveré a salir hasta diciembre. Esas son ahora mis sensaciones, aunque a mí lo que me gustaría sentir es algo diferente. Por seguir en el colegio: cuando cogías la pelota en el partidito, parabas una décima de segundo y sentías que eras el mejor, que no te la podía quitar nadie. Cómo se vuelve a sentir eso. Eso sí que eran sensaciones. Eso que sentíamos los zurditos en el patio y Napoleón Bonaparte.

Ahora, de vez en cuando, veo a algún futbolista que alcanza esa medalla etérea de mariscal, que flota sobre el verde aparentemente intocable. No pasa con muchos y si pasa es que hablamos de algo grande. Pasa con Modric, con Pedri o con tipos del molde Canales cuando tienen la tarde. Desprenden la actitud del que va a un puesto de la feria y sabe que conseguirá el premio del peluche sin despeinarse, no como los demás que al final ni jugamos por temor al ridículo y al desastre. ¿Cómo se conserva esa actitud? Solo ellos lo saben. Los demás somos mortales.

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