Artículo de Jordi Puntí

Paciencia y misterio

MOTOR AIRBAG VERANO CLIMATIZADOR ALTA TEMPERATURA COCHE

MOTOR AIRBAG VERANO CLIMATIZADOR ALTA TEMPERATURA COCHE / FRANCESC BRANCHAT

Jordi Puntí

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Volvía a casa con el coche, al anochecer, con las ventanas abiertas para que entrara el aire fresco. Iba por una carretera comarcal y escuchaba la radio. Era una emisora musical, Radio 3, pero también podía ser iCat o incluso Ràdio Estel. El locutor anunciaba las canciones, algunas me gustaban y otras no tanto, pero las oía enteras y esperaba con ganas la siguiente. Entonces me di cuenta: lo que estaba haciendo era algo antiguo, muy del siglo XX. Escuchaba la música sin prisa, con paciencia y misterio, dejándome sorprender. Hoy todo ha cambiado; nos gusta tener el control y con las listas de Spotify o Youtube nos hacemos la radio a medida…

En el coche, esa noche, de repente pusieron una canción que no conocía y enseguida me cautivó. Al final el locutor dijo el nombre del grupo muy deprisa y no lo entendí. Me vinieron a la memoria esas tardes de sábado de la adolescencia, cuando oía la radio en un radiocasete, con los dos dedos listos para pulsar PLAY y REC a la vez si ponían al grupo que yo esperaba —Fischer Z, Felt, The Cure—, y rezando para que el locutor no hablara mucho por encima de la música. Sí, qué sencillo, pero así creaba mis cintas de casete. Algunas todavía las conservo, como si con la música también hubiera grabado la emoción del descubrimiento.

Después de buscar un poco, ahora sé que la canción de esa noche era The oil rigs at night, de The Delines, una banda de Portland que ya cuento entre mis preferidas.

En la letra, es de noche y una chica observa las luces doradas de una plataforma petrolífera en el mar; entonces dice que faltan 23 días para que él vuelva de allí, cuando acabe su turno, pero ella ya no estará. "Vivir sin amor es más fácil que pasarse día y noche tumbada, esperando", dice, y ahora cuando ve esa luz dorada ya no sueña más con su vuelta. Aquella noche la música, de un country sofisticado, tenía un tono melancólico. Poco a poco fue llenando el interior del coche, como hacen las buenas canciones, y entonces me pareció que estaba conduciendo en una carretera perdida de Texas, en otra vida.

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