Zelenski en la diana de las críticas
Jugar al “qué habría pasado si…”, solo sirve para debilitar a un líder que se enfrenta a una guerra para la que no se vislumbra final a corto plazo

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski / Ukraine Presidency / dpa / Archivo

Jesús A. Núñez Villaverde
Jesús A. Núñez VillaverdeCodirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
Jesús A. Núñez Villaverde
Ensalzado hasta el extremo por su decisión de permanecer en Kiev cuando las tropas rusas entraron en Ucrania y por su liderazgo moral y político desde entonces, Volodímir Zelenski se encuentra ahora en el centro de la diana de las críticas por su supuesta inacción en los meses previos a la invasión. El 'Washington Post' acaba de revelar que, desde el pasado octubre, Washington tenía información muy detallada sobre los planes rusos y trató infructuosamente de convencer al presidente ucraniano y a los aliados europeos de que la invasión era inminente. Su falta de respuesta -al no declarar la ley marcial, no activar una movilización general, no destruir los puentes y puntos de paso que podrían utilizar los invasores…- habría supuesto, según sus críticos, una innecesaria pérdida de vidas humanas y una destrucción material insoportable, que hipoteca el futuro del país por tiempo indefinido.
En su defensa, obligado a elegir entre lo malo y lo peor, Zelenski ha argumentado que hacer algo así habría provocado un pánico general y una huida masiva de población, lo que habría supuesto una mayor probabilidad de que el país colapsara y fuera imposible organizar una resistencia como la que se ha logrado hasta hoy. Como en tantas ocasiones anteriores, es muy tentador (e inútil) profetizar sobre hechos pasados que no tienen vuelta atrás. En primer lugar, hay que recordar que en aquel momento Washington no era precisamente una fuente de información muy fiable, tras el descrédito sufrido por sus agencias de inteligencia en la penosa retirada de Afganistán. Por otra parte, Ucrania ya estaba en guerra con Rusia desde 2014 y, aunque en numerosas ocasiones se había manejado la hipótesis de una invasión rusa, nunca se puede dar matemáticamente por confirmado que algo sujeto a tantos imponderables va a suceder irremediablemente. Igualmente, nadie está en condiciones de fijar cuál habría sido el resultado de optar por una actitud distinta a la realmente elegida, ni en términos de vidas humanas salvadas ni del nivel de destrucción de infraestructuras o viviendas.
De ahí que jugar al “qué habría pasado si Zelenski…”, además de resultar un ejercicio baldío, solo sirve para debilitar a un líder que se enfrenta a una dramática situación, con un notable deterioro de las variables macroeconómicas y del bienestar de su población, y con una guerra para la que no se vislumbra final a corto plazo. Todo ello, en mitad de las crecientes presiones que ya está sufriendo por parte de sus propios aliados occidentales, crecientemente temerosos de que Moscú les corte el suministro energético, para que acepte cuanto antes la partición del país en los términos que Rusia determine. Zelenski no es un político inmaculado y no solo no ha sido capaz de terminar con la corrupción del sistema ucraniano, sino que también ha tomado decisiones controvertidas- como la ilegalización de algunos partidos prorrusos y el cierre de algunos medios de comunicación. También ha cometido y cometerá errores que llevan aparejados costes considerables. Pero es el mismo Zelenski que ha sabido unir a un país estructuralmente fragmentado frente al invasor y que ha sumado a decenas de países en su apoyo, no solo formal sino con un suministro de armas que está resultando vital para, en primera instancia, frenar a las tropas rusas, y, ahora, para tomar la iniciativa en Jersón y hasta en Crimea. Y es también el que ahora mismo está frenando las apetencias rusas de ampliar su área de influencia en Europa. No lo olvidemos.
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