APUNTE

Joan Laporta, 'El Buen Patrón'

Joan Laporta junto al delantero Robert Lewandowski

Joan Laporta junto al delantero Robert Lewandowski / JORDI COTRINA

Emilio Pérez de Rozas

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Todo, absolutamente todo, se ha hecho con y por el dinero. Todo. Aquella música que sonaba a cantera, a Ansu Fati, Gavi, Nico, Jutglà, Abde, Balde, Collado…ha pasado a mejor vida. Todo se ha hecho con dinero y con amigos, con colegas, con cómplices. Todo. Las operaciones que se han hecho, todas las importantes, se han hecho por y con mucho dinero, nada de habilidades extrañas, llamativas o dignas de elogiar.

Desde el primer fichaje, en enero pasado, de Ferran Torres, que costó la barbaridad de más de 50 millones de euros, hasta el aterrizaje de Jules Koundé, también por más de 50 millones de euros, todo, todo, se ha hecho con dinero contante y sonante. Con dinero y con las llamadas telefónicas de Xavi Hernández, que ha sido quien ha convencido a los futbolistas. Los tan elogiados Rafa Yuste, Mateu Alemany ‘Padremany’ y Jordi Cruyff se han limitado al papeleo. No nos engañemos, seamos claros.

Las llaman 'palancas'

Y el dinero ha sido a costa, no de las llamadas ‘palancas’, término con el que hemos comulgado todos, sino de vender futuro, hipotecar ingresos a 25 años vista. Que a todos los ricos implicados en este nuevo negocio, desde el amigo Darren Dein, que ayudó a convencer a Spotify, hasta ‘El Buen Patrón’ Jaume Roures, pasando por otros colegas de relumbrón que le han echado un cable a Joan Laporta, como el representante israelí (amigo y socio) Pini Zahavi o el exfutbolista Anderson Luis de Souza ‘Deco’, les interesa que el Barça genere palancas, mueva cientos de millones y se endeude hasta las cejas, es evidente pues, al final del camino, quien sabe, igual esos favores se acaban convirtiendo en acciones de la futura Barça SAD. Temerlo, lo teme todo el mundo.

El último viernes, que estuvo a punto de alcanzar el récord de la madrugada de los avales, en la que, por cierto, también estuvo implicado ‘El Buen Patrón’, ha sido, simplemente, una prueba más de que el Barça actual, en efecto, está siendo gestionado en plan familiar, en plan amistoso, entre colegas.

Empieza la fiesta

El acuerdo de la cuarta palanca con la compañía más profesional de todas se fue al garete y, de pronto, apareció un amigo que depositó los 100 millones “para que podamos ver al Barça que queremos”.

Y es que, desaparecidos los avalistas (por cierto, Eduard Romeu, el vicepresidente económico, nadie sabe dónde está, ‘missing’ total), huido Ferran Reverter, exiliado Jaume Guardiola en el Cercle d’Economia, Laporta no tiene quien le haga reflexionar sobre el riesgo de sus operaciones.

21.00 horas. Camp Nou. Lleno absoluto. Euforia galopante. Esperando el primer 5-1 de la temporada. Como diría Johan Cruyff, el dinero, mucho, en el campo y los seguidores, los aficionados, los socios y abonados felices como perdices, sabedores de que todo se arregla ganando e indiferentes a que, en las minimalistas asambleas telemáticas en las que les concedieron todo tipo de permisos a la junta de Laporta, se pusieran los cimientos de una movida de millones tan escandalosa que solo la entienden, comparten y celebran aquellos que siempre han estado cerca del dinero, de mucho dinero.

Es evidente que ‘El Buen Patrón’ ha pasado a ser Joan Laporta. Veremos cómo acaba la película.

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