La campaña militar (58) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

La importancia de la batalla de Jersón

Recuperar ese 'oblast' tiene una gran relevancia económica y militar para Kiev

Habitantes de Jersón describen expectación ante avance de tropas ucranianas

Habitantes de Jersón describen expectación ante avance de tropas ucranianas / EFE / Nataliia

Jesús A. Núñez Vilaverde

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Actualmente la máxima prioridad militar ucraniana es la recuperación del 'oblast' de Jersón, en manos rusas desde el inicio de la invasión. Una zona de gran importancia económica para Kiev, dado que en ella se ubica buen número de las centrales que generan la energía necesaria para la vida diaria del país, e igualmente relevante desde el punto de vista militar, por su vecindad a Crimea y por su potencialidad para servir de base de partida de un ataque terrestre hacia Odesa y más allá. Además, una vez que Rusia parece seguir adelante con su plan de organizar un referéndum para proclamar una nueva “república popular” en septiembre, las prisas por evitarlo son aún más acuciantes.

De momento, según el gobernador militar de la región, Ucrania ya ha forzado la retirada rusa de 44 localidades y ciudades ubicadas en línea de unos 200 km de frente en el que actualmente se están desarrollando los combates y sus unidades de vanguardia se encuentran a no más de 50 km de la ciudad de Jersón, que da nombre al 'oblast'. Unos combates que siguen siendo de muy limitada entidad en la medida en que Kiev todavía no ha logrado acumular las necesarias fuerzas para llevar a cabo una ofensiva en toda regla. Para llegar a ese punto necesita no solo recuperar la capacidad de unidades que han sufrido un claro desgaste en otros frentes, sino también añadir otras que están finalizando su periodo de instrucción y reabastecer los centros logísticos con todo lo necesario para un combate que se prevé largo (al menos un par de meses).

Obviamente, buena parte de la suerte de esa operación depende de la respuesta rusa. Moscú debe ahora calibrar si su prioridad es completar su control del Donbás, lo que supondría aumentar el número de unidades allí empleadas, o si opta por resistir a toda costa en Jersón, para lo cual necesitaría trasladar fuerzas de otros puntos del frente de batalla. Exactamente al mismo dilema, aunque al revés, se enfrenta Kiev, dado que tampoco puede volcar todo su esfuerzo en la recuperación de Jersón a costa de perder definitivamente el Donbás. De momento, parece que Rusia tienen muchas más dificultades que Ucrania para encontrar personal suficiente para reforzar y sustituir a unidades desgastadas por el combate y para reabastecerlas con munición y material suficiente.

En todo caso, pasar de una actitud defensiva, como la que los planificadores militares ucranianos han tenido hasta ahora, a otra ofensiva es un enorme reto en el que el éxito es solo una de las posibilidades. Antes de esa prevista oleada general en todo el frente, lo que se observa sobre el terreno es el intento ucraniano de encapsular uno por uno a los grupos de combate rusos desplegados en el frente, montando una especie de asedio que impida el auxilio desde el exterior del cerco, al tiempo que se destruyen las posibles vías de retirada y reabastecimiento (como acaba de ocurrir con el puente Antonivka, sobre el río Dniéper, o el de la central hidroeléctrica de Kakhovka), con artillería cada vez más precisa y más operativa en manos ucranianas.

En definitiva, de lo que ocurra en Jersón va a depender en buena medida el grado de apoyo con el que Kiev podrá contar en el futuro, más allá de finales de septiembre. Si quienes se han decidido a suministrar armas cada vez más potentes a Ucrania, colocándose en la diana de Moscú, comprueban que han servido para volcar la balanza a favor de Zelenski y los suyos, cabe esperar que mantengan la apuesta. En caso contrario, la suerte podría estar echada para Kiev.

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