OPINIÓN

Aquí, quien más se la juega es Xavi

Se la juega y lo sabe en este nuevo curso, porque ya en sus primeros siete meses como técnico culé se ha dado cuenta de que o impone su estilo, su autoridad, o morirá como tantos otros. 

Xavi da instrucciones a Gavi durante el Barça-Villarreal del Camp Nou.

Xavi da instrucciones a Gavi durante el Barça-Villarreal del Camp Nou. / Jordi Cotrina

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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A mí no me lo tiene que contar nadie. Estos oídos, que algún día desaparecerán con mi cuerpo, oyeron y escucharon, las dos cosas, sí, porque no es lo mismo oír que escuchar, de la boquita del estupendo, generoso e inteligente Xavi Hernández, en un bar próximo al Turó Park, que estaba cansado y decepcionado del comportamiento, actitud y profesionalidad de buena parte de la plantilla que le había tocado en suerte al volver, ilusionadísimo, de Qatar.

Cuando me lo contó tuve la sensación, aunque otra cosa es que lo consiga, que una de sus prioridades en este curso que acaba de comenzar de una forma tan irregular, rara e incierta era cambiar ese ambiente, implantar, definitivamente, unas normas de comportamiento obligatorias, de estricto cumplimiento y, sobre todo, crear el ambiente profesional que el Barça merece.

En medio de todo este ruido, en medio del levantamiento de todas las palancas habidas y por haber, en medio de este nuevo estilo de endeudamiento (Josep María Bartomeu se entregó a los jugadores y Laporta, a los patrocinadores), es evidente que aquí se la juega todo el mundo. Pero mucho más, Xavi.

Nadie, absolutamente nadie (y no digo que esté ni bien ni mal, certifico que así ha sido), ha escogido el camino señalado hace algunos días por el admirado Pep Guardiola: tener paciencia, no volverse locos, tirar de cantera, pagar deudas y recuperarse poco a poco con el estilo característico del Barça. Y los títulos ya llegarán.

El camino escogido (insisto, perfectamente defendible) ha sido gastar, generar ilusión (especialmente con el megafichaje de Lewandowski), rechazar (no del todo) el camino de los canteranos y la generación del futuro dream team (Eric, Gavi, Pedri, Ansu y Nico) y apostar por el rendimiento inmediato de los treinteañeros que, como no para de insistir el presidente-ejecutivo («ya sabe usted», le comentó a Stoichkov, «que ahora los jugadores se cuidan mucho y a los 34 son aún estupendos futbolistas»).

Pero, en medio de este nuevo escenario, está Xavi, que debe demostrar (esta vez sí) ser merecedor de ocupar el banquillo del Barça. Alguien se atrevió ¡Dios! a denominarle el nuevo Pep. Le toca a él, a su hermano, a su preparador físico (ese del que el pasado año se reían algunas estrella cuando programaba los ejercicios), al entrenador de porteros y diseñadores de estrategias de partidos.

Xavi se la juega y lo sabe, porque ya en sus primeros siete meses como técnico culé se ha dado cuenta de que o impone su estilo, su autoridad, o morirá como tantos otros. Puede, incluso, que este año ya no les haga tanto la pelota a los veteranos, a los galácticos y se atreva (¡ojalá, por Dios!), no solo a dejarlos en el banquillo o en la grada, sino, incluso, a señalarlos en la sala de prensa, cosa que en el pasado curso no ocurrió, siendo cómplice, sí, sí, cómplice, de tanta mediocridad. Él también debe demostrar que es el entrenador.

PD: Pep Guardiola, en su primer año completo, ganó Liga, Copa y Champions. Lo siento. O no.