Artículo de Jordi Alberich

Las miserias de Uber

La airada reacción del taxi, que de la noche a la mañana se vio enfrentado a una competencia desleal y desregulada, tenía todo su sentido

Taxis en la avenida de Maria Cristina de Barcelona antes de empezar su marcha lenta contra la vuelta de Uber a Barcelona

Taxis en la avenida de Maria Cristina de Barcelona antes de empezar su marcha lenta contra la vuelta de Uber a Barcelona

Jordi Alberich

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Estos días han salido a la luz los resultados de una exhaustiva investigación que permite conocer las artimañas a las que recurrió Uber en su acelerado proceso de implantación en las principales ciudades del mundo. De dicho informe resulta evidente que, de manera sistemática, la tecnológica forzó voluntades políticas, construyó noticias falsas, eludió masivamente el pago de impuestos y sometió a sus conductores a unas condiciones laborales lamentables.

Este es un buen momento para recordar la calidez y reconocimiento con que acogieron a Uber la mayor parte de élites empresariales y gurús económicos, siendo considerada como gran referente de innovación y gestión por las ‘business schools’ de todo el planeta. El discurso dominante proclamaba que era imposible poner puertas al campo, que la revolución tecnológica era imparable y que aplicaciones como Uber eran reflejo de una nueva sociedad, más eficiente, abierta y meritocrática; que dejaba atrás servicios arcaicos como el del taxi, sometido a una innecesaria regulación pública.

Ahora, al cabo de una década, se evidencia que la realidad es muy distinta y que la airada reacción del taxi, que de la noche a la mañana se vio enfrentado a una competencia desleal y desregulada, tenía todo su sentido. De la misma manera, resultaron oportunas determinadas administraciones que limitaron la implantación de Uber y otras plataformas similares; era tan solo cuestión de cuestionarse las consecuencias de su abrupta irrupción, especialmente a medida que se iba conociendo el trato dispensado a sus empleados. Lo más triste del caso es que taxistas y conductores de las plataformas llegaron a enfrentarse, mientras los altos directivos de Uber iban cobrando sus bonos millonarios.

Lo que ahora conocemos de la plataforma digital nos indigna, pero lo más preocupante de todo es que, probablemente, ninguna de las actuaciones, por lamentables que resulten, sea ilegal. Para eso están los reputados bufetes de abogados.

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