Artículo de Andrea Pelayo

Música contra la prisa

Los artistas del metro tienen un superpoder. Un instrumento tocado con maestría, una voz bonita o una canción pueden transformar tu día

El músico Félix Egea, actuando en el túnel de la estación de metro de Clot que conecta con la estación de Renfe.

El músico Félix Egea, actuando en el túnel de la estación de metro de Clot que conecta con la estación de Renfe. / periodico

Andrea Pelayo

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Nuestra ciudad es foco de grandes eventos musicales internacionales, entre conciertos y festivales que reúnen a miles de personas, por lo que a veces olvidamos que, lejos de los focos mediáticos, hay otras músicas. Y también son pura marca Barcelona. 

Hablo, por ejemplo, de los músicos del metro, capaces de hacernos cambiar de humor en cuestión de segundos con sus melodías. No estás solo si coger el metro en hora punta te hace sentir a veces algo robotizado, aunque solo sea porque salimos todos en las mismas paradas, arrastrando los pies, con mil preocupaciones en la cabeza, organizándonos para llegar a todo. 

Pero ellos, los artistas del metro, tienen un superpoder. A medida que subes las escaleras y te adentras en los pasillos o te acercas a la salida, un instrumento tocado con maestría, una voz bonita o una canción bien escogida pueden transformar tu día. O al menos una parte de él. José Silva hace ese tipo de magia con sus delicadas interpretaciones de temas de cantautores en Diagonal o Maria Cristina. En esta última estación Jordi Jardí alegra la jornada a cualquiera con clásicos del pop rock catalán como el 'Bon dia' de Els Pets, cantado con una sonrisa permanente y contagiosa en la cara. De arte también sabe un rato la virtuosa de la pipa, Xu Hui Ying, que con las sugerentes notas de esta especie de laúd chino nos lleva desde Passeig de Gràcia o Paral.lel directamente hasta Oriente. 

Son solo tres ejemplos de los variopintos músicos del metro, al abrigo de la Asociación AMUC y Fundación TMB, que nos hacen viajar entre estaciones. Y lo que es más importante: nos hacen parar. Dejar nuestros pensamientos a un lado. Son pura música contra la prisa, una de las mejores y más efectivas medicinas para uno de los grandes males de nuestro tiempo. Y servida sin prescripción y sin necesidad de ir a buscarla. Son ellos quien nos encuentran a menudo de forma inesperada y nos rescatan.

La misma buena onda salvavidas tienen muchos de los músicos independientes que van dentro de los vagones, luchando contra los elementos. A menudo estarán interrumpiendo conversaciones, canciones en auriculares, silencios voluntarios. Y tienen que hacerse oír, haciendo equilibrios para no caerse, con ruido de fondo y entre mucho calor humano. 

No es fácil, pero ay, cuando tocan la tecla adecuada y logran sacarte del ensimismamiento en el que estabas. Cuando te convencen con su talento para apagar tu música y escuchar la suya en cuestión de segundos. Cuando se marcan un rap improvisado que consigue risas instantáneas. Cuando desbordan tus expectativas. 

A base de ingenio y trabajo, los músicos del metro arrancan primero atención y miradas. Luego, las manos más nerviosas buscan móviles para grabarlos -nunca sabes cuándo tu vídeo y su talento se hará viral-. Cuando acaban un tema, llegan los aplausos en cadena y, con suerte, algunas monedas. En tiempos de poco 'cash', bueno sería que se pasaran a Bizum. Nada más frustrante que no poder ofrecer nada a cambio del buen rollo que nos regalan.

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