Investigación

75 años del 'caso Roswell': la ciencia lo pone en su lugar y no es el que piensas

Una escuadra de investigadores en distintos puntos del mundo han dado un paso al frente alentados por la curiosidad y todo lo que se aprende en el camino, aunque sea a costa de orillar burlas y desmontar bulos y conspiranoias

Fotografía de un supuesto OVNI en Passaic.

Fotografía de un supuesto OVNI en Passaic. / Crédito: Wikimedia Commons.

Carol Álvarez

Carol Álvarez

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Pocas cosas han excitado tanto la imaginación en el último siglo como la mera idea de la posibilidad de vida extraterrestre. El incidente Roswell cumple 75 años estos días, y más allá de lo que sabemos que no ocurrió, no, no hubo hombrecitos verdes de paseo por la Tierra, la carrera por entender qué fenómeno explicaba aquellos objetos extraños hallados en un rancho de Nuevo México, aquella visión de otro objeto en el cielo que no se esperaba allí, que dio lugar, por primera vez, al concepto “platillo volante”, se ha transformado pero sigue viva.

Décadas después, aquel icono de la fantasía y la paranoia podemos decir que fue germen de investigaciones serias del Pentágono, que clasificó sus documentos y expedientes para trabajar con calma y la máxima objetividad posible los distintos incidentes sin explicación aparente de los que tenían constancia. También para investigar al amparo de las mofas y descrédito que implica dedicar fondos a este tipo de pesquisas.

A día de hoy, la mismísima NASA ha anunciado la creación de una fuerza de apoyo a las investigaciones del Pentágono, teniendo en cuenta que el origen de una gran parte de los avistamientos que han intentado identificar tenían que ver con el acceso de meteoritos a nuestra atmósfera. El descubrimiento de miles de exoplanetas hace más probable que nunca antes la hipótesis de que exista vida en otros sistemas que gravitan sobre otros soles, por llamarlos de alguna manera, y tal y como nos va por estos lares, abrir el foco mental es una de las mejores opciones para avanzar.

Ovnis, fenómeno pop

En estos 75 años, el fenómeno pop de los ovnis nos ha hecho partirnos de risa y también pasar miedo en la butaca de un cine a oscuras, ha alimentado durante ni que fuera una milésima de segundo la inquietud de no estar solos por aquí, pero sobre todo, ha popularizado conceptos científicos que nos contaron en el colegio pero que podríamos olvidar como hacemos la mayoría con los algoritmos: el nosotros como especie y por encima de todo como planeta. Un salto mental sin el cual todo el debate que ahora nos sacude sobre los efectos del cambio climático en nuestro presente y futuro nos sería más difícil de sustentar.

Estos días, volviendo a nuestra realidad más cercana, las pruebas de la selectividad y las inquietudes de los estudiantes sobre su trayectoria profesional nos hacen a todos proyectar futuros, de gente joven pero también de la sociedad que vamos a tejer según a qué dediquemos esfuerzos.

 Las carreras científicas tienen la clave de muchos de los avances de los que nos vamos a beneficiar pronto, y serán la imaginación y la humanidad que también imprimen otros ciclos educativos los que impulsarán la sociedad en la que nos vamos a convertir. 

Científicos ahora volcados en el estudio de vida extraterrestre admiten el estigma que aún supone contar a qué se dedican. Astrofísicos, astrobiólogos, enrolados por proyectos universitarios, algunos bajo la estela de proyectos arrancados por el mismísimo tótem Stephen Hawking, forman parte de esta escuadra de investigadores que en distintos puntos del mundo han dado un paso al frente alentados por la curiosidad y todo lo que se aprende en el camino, aunque sea a costa de orillar burlas y desmontar bulos y conspiranoias. 

No puede haber mejor efeméride para el incidente Roswell, un evento que pasó a la historia como una fantasía de ovnis y extraterrestres preñada de misterio, el aliciente para querer saber más. 

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