Artículo de Ernest Folch

Rey republicano salvado por el PSOE

La paradoja es que nadie habrá hecho tanto por conseguir una república como Juan Carlos I, ni nadie habrá luchado tanto por la monarquía como el PSOE

Comienza la tercera jornada del rey Juan Carlos en Sanxenxo

Comienza la tercera jornada del rey Juan Carlos en Sanxenxo. /

Ernest Folch

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nada ejemplifica mejor la grotesca decadencia de Juan Carlos I que su desvergonzado viaje a cara descubierta desde la dictadura de Emiratos Árabes al paseo en barco de Sanxenxo con parada final en la Zarzuela, y cabe empezar a preguntarse si el espectáculo tragicómico que nos ha brindado desde su llegada a España no es en realidad la campaña encubierta de un republicano disfrazado de rey emérito que tiene como objetivo derrocar la monarquía. Porque, efectivamente, nadie puede igualar a Juan Carlos I en su esforzado empeño por humillar a la institución que todavía representa su hijo. Y porque, visto en perspectiva, el señor que empezó a sabotear la monarquía cazando elefantes y pronunciando aquel patético "No volverá a ocurrir" (evolucionado en el "Explicaciones, ¿de qué?" escupido este fin de semana), que es el mismo que se repartió con su amante decenas de millones de euros procedentes de otra dictadura como Arabia Saudí, ha conseguido pasar en tiempo récord de ser el jefe de Estado que presuntamente salvó la democracia el 23-F a convertirse en un trasnochado defraudador fiscal que se funde sus comisiones delante de nuestras narices sin inmutarse. Solo un saboteador con ideales republicanos puede conseguir en tan poco tiempo reventar el relato del rey ejemplar que tanto costó fabricar, y que durante un par de décadas sirvió para tapar que aquel jefe del Estado que nos había protegido de Tejero era en realidad un ungido de Franco que nació de una dictadura. Cabe preguntarse, además, si este republicano disfrazado de regatista decrépito no ha comprometido gravemente la monarquía con su explosiva y pública reunión con su hijo, que corre el riesgo de ver como la infamia del padre, ahora blanqueada en un peligroso encuentro, puede terminar infectando a toda la institución.

Cabe también sospechar que si el PSOE, que lleva las palabras Socialista y Obrero en sus siglas, sigue aguantando a la institución y se limita de momento a deslizar una cierta indignación de Pedro Sánchez y de algún ministro como Carmen Calvo, es porque el partido ha tenido siempre la convicción que acabar con la monarquía era sinónimo de acabar con el régimen del 78. Es cierto que no habíamos visto nunca a un ministro del Gobierno llamar "delincuente" al emérito como lo ha hecho Alberto Garzón, pero la institución no se tambaleará mientras el único partido que la cuestione sea Podemos. En el extremo derecho del arco parlamentario, se ha pasado curiosamente del indisumulado desprecio al rey que mostraba Aznar cuando gobernaba (por el simple hecho que creía que le robaba protagonismo) a un neomonarquismo patriótico impostado por Vox, y que ha obligado una vez más al PP a competir en postureo. En medio, el único partido que tiene la única llave para hacer saltar la monarquía es el PSOE, pero el enfado teatralizado del Gobierno y el calculado silencio de Felipe González son dos caras de la misma moneda: no habrá cambio si no hay alternativa, y no parece que pueda haberla. Digamos que las gamberradas del emérito no van más allá de provocar "incomodidad" o "decepción", pero nada de momento parecido a una reforma o a una ruptura. Paradójicamente, quien de momento salva al rey republicano, y por extensión a la monarquía, es el PSOE. La situación es tan delirante que ahora mismo los únicos detractores eficientes de la monarquía son Podemos y el mismo rey emérito, los dos iguales de republicanos y decididos a derruir una institución centenaria. Sin embargo, ni todos los republicanos juntos que han luchado durante décadas por su causa pueden igualar el inconmensurable trabajo que está haciendo estos días Juan Carlos I por desprestigiar definitivamente a la monarquía. Lo mínimo que podrían hacerle es un homenaje.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS