Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

El recibimiento entusiasta de Alcarràs y el trabajo de los elitistas

Determinados logros hacen nacer en algunos individuos la necesidad de certificar que ellos no forman parte del conglomerado social que enaltece el producto alabado en grado extremo

La familia protagonista de 'Alcarràs', de Carla Simón

La familia protagonista de 'Alcarràs', de Carla Simón / Avalon

Josep Maria Fonalleras

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Se da la circunstancia de que determinados logros hacen nacer en algunos individuos la necesidad de certificar que ellos no forman parte del conglomerado social que bendice y enaltece el producto alabado en grado extremo. Ellos son diferentes y necesitan demostrarlo, y por eso optan por abandonar la multitud, la manada, el gregarismo, justo cuando esta masa se extiende hasta los rincones más insospechados y coincide en un veredicto compartido. La opinión unánime se convierte en dogma de fe y es así que los individuos de los que hablaba huyen, notablemente molestos, hasta que encuentran cobijo en su refugio de desprecio y superioridad, de clemencia o infatuada benevolencia.

Ha ocurrido con 'Alcarràs', por ejemplo. He leído (y no hablo de espectadores corrientes, sino de ciudadanos conocidos y con reconocido criterio artístico) que la película es fría, quizás porque “las expectativas eran excesivas”. Y también he visto cómo han hecho mofa del filme anunciando "históricas dormidas" durante la proyección. ¿Qué provoca una inquietud tan urgente y deseosa de demarcarse? Quizá sea así como se construye una cultura elitista, con la obsesión por huir del rebaño sin siquiera saber cuál es el ritmo de los balidos.

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