Artículo de Salvador Macip

Pandemia: Visiones del futuro

La próxima crisis de salud mundial nos volverá a encontrar poco preparados. Quizás lo estaremos más que antes del covid-19, lo que no sería muy difícil, pero seguro que buena parte de los deberes estarán todavía para hacer

Sanitarios en un hospital de Madrid en la primera ola de la pandemia.

Sanitarios en un hospital de Madrid en la primera ola de la pandemia.

Salvador Macip

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Una pregunta que se ha hecho a los expertos mil veces estos últimos dos años es cuándo se acabaría la pandemia. Ninguno ha acertado la respuesta: la pandemia ha llegado al fin cuando nos hemos atiborrado. Da igual que el número de contagios y las cifras de muertes sigan siendo elevadas: hay países que han decidido pasar página colectivamente y proclamar que se ha 'gripalizado' el covid. Me recuerda a la foto de George W. Bush, sonriendo bajo un banderín gigante que decía 'mission accomplished', después de proclamar la victoria en la guerra de Irak en 2003 (todos sabemos qué pasó a continuación). Que la realidad no te estropee un buen eslogan.

El golpe de gracia al covid ha sido que a los medios les ocupen ahora, mayoritariamente, las noticias de la guerra en Ucrania, que quita más el sueño a los ciudadanos que una infección respiratoria que nos ha agotado la paciencia. Cómo decía alguien en Twitter hace unos días, tanto invertir dinero en investigación y al final el virus se lo ha cargado Putin. Entre el seguimiento minuto a minuto de los indicadores epidemiológicos como si fueran datos de bolsa que hemos visto durante meses y la indiferencia actual quizás tendríamos que conseguir encontrar un punto medio más razonable.

Hablemos de otra cosa, pues. Con la mirada puesta más en el futuro que en el presente, el Comité Científic Assessor de la Covid-19 (CCAC) publicó la semana pasada un nuevo informe, centrado en analizar qué ha funcionado y fallado durante la crisis y, sobre todo, cómo nos tendríamos que preparar por si se vuelve a dar una situación similar. Es un ejercicio de anticipación importante, porque podría salvar muchas vidas.

En Francia han ido todavía más allá y hace unos años pusieron en marcha un proyecto llamado 'Red Team'. La primera vez que oí hablar del concepto 'red team' fue en la serie 'The Newsroom', de Aaron Sorkin, donde los periodistas de un programa televisivo de noticias organizaban un equipo para encontrarle grietas a una información aparentemente sólida que habían recibido. Lo que se llama coloquialmente hacer de abogado del diablo. Un 'red team' tiene que buscar todos los argumentos razonables para ir en contra de una idea, independientemente de cual sea tu opinión. En este caso, el objetivo final es reforzar la teoría a la cual le buscas pegas.

El 'Red Team' francés tiene una misión parecida: imaginarse escenarios posibles y distópicos para el futuro de su país. Para un trabajo así hay que ser realista, pero también dejarse llevar por el lado más pesimista. Y los franceses han creído que quienes mejor podían hacer este trabajo no eran los científicos, si no los autores de ciencia ficción. Es por eso que en su 'Red Team' han puesto a escritores reconocidos como Laurent Genefort o dibujantes de cómics como François Schuiten. Este 'Red Team' ha publicado ya dos 'temporadas' de escenarios amenazantes, en un guiño a lo que serían los capítulos de una serie de televisión. La diferencia es que todo lo que han maquinado estos guionistas podría pasar de verdad.

El trabajo inicial del 'Red Team', como el del CCAC, es sobre todo proporcionar material de trabajo al equipo que tiene que encontrar la manera de buscar soluciones, que es el que tiene una tarea realmente difícil. Porque implementar medidas preventivas contra un problema teórico no es sencillo. Aquí es donde seguramente nos quedaremos encallados: una cosa es que una pandilla de expertos inviertan un montón de horas al valorar alternativas deprimentes y la otra que los políticos decidan invertir recursos en amenazas posibles pero poco probables, que ni siquiera sabemos predecir cuántos años pueden tardar en llegar. En medio de una crisis económica y social como la que vivimos, gentileza del coronavirus y de las ansias anexionistas de Putin, no creo que ningún dirigente considere esto una prioridad.

Mi pronóstico es que la próxima crisis de salud mundial nos volverá a encontrar poco preparados. Quizás lo estaremos más que antes del covid-19, lo que no sería muy difícil, pero seguro que buena parte de los deberes estarán todavía para hacer. Estas carencias no son más que el reflejo de dos de los grandes defectos que tenemos los humanos: la incapacidad de ponernos de acuerdo para actuar de una manera coordinada y la dificultad de trabajar de manera proactiva, en lugar de reactiva. Por eso esta pandemia ya ha acumulado cerca de veinte millones de muertes, según algunas estimaciones recientes (casi cuatro veces la cifra oficial), muchas de las cuales seguramente nos las habríamos podido ahorrar. Pero considerando que vivimos en una sociedad aún adicta a los combustibles fósiles y a los líderes totalitarios, quizás no lo estamos haciendo tan mal.

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