En vísperas del 8-M

Vencer a la hidra

El sistema de dominación patriarcal, como una hidra de siete, 70, mil cabezas, actúa en complicidad con otros modelos de dominación generando múltiples formas de discriminación

Huelga 8 marzo

Huelga 8 marzo / periodico

Emma Riverola

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El teatro en pie, la ovación atronando, dos actores aún con los personajes pegados a la piel y un texto que, ya convertido en eco, busca el modo de colarse en nuestro cerebro. Y que lo encuentre. Que consiga abrir ventanas. Que corra el aire y se desprendan los restos enquistados de la discriminación.

‘L’oreneta’ es la obra de Guillem Clua que se representa en La Villarroel, en Barcelona. Antes pasó por Madrid, Londres, Atenas, Montevideo, Nueva York, Brasil… Son sobresalientes las interpretaciones de Emma Vilarassau y Dafnis Balduz, precisa la dirección de Josep Maria Mestres, pero, sobre todo, el texto es un engranaje brillante, conmovedor, un mensaje necesario. Y, en cierto modo, duele que lo sea. Que aún lo sea. Que la homofobia siga ahí, agazapada. Una serpiente apenas adormilada. 

El segundo de los 12 trabajos mitológicos de Heracles, hijo de Zeus, fue enfrentarse a la hidra de Lerna, un monstruo con nueve cabezas de serpiente y aliento venenoso. Cuando el héroe griego empezó a segar cabezas contempló horrorizado que cada cabeza cercenada era reemplazada por dos. Brotaban de inmediato. La lucha era imposible, desigual. Cada esfuerzo era castigado. Solo la audacia de su sobrino pudo revertir la situación. Tan pronto como Heracles cortaba una cabeza, Yolao cauterizaba la herida. Así, hasta quedar una única cabeza inmortal que enterraron bajo una gran roca. 

En vísperas del 8-M, cuando la información se satura de datos, reivindicaciones y eslogans, es un buen momento para recordar cómo las diferentes violencias impactan y multiplican la desigualdad, la estigmatización y, al fin, el sufrimiento. Cualquier relato de exclusión se ve agravado cuando la discriminación por la orientación sexual, la xenofobia y el racismo confluyen en un mismo cuerpo. Una mujer pobre, lesbiana y negra sumará un trenzado de opresiones. Si es una mujer trans estará expuesta a un discurso rearmado que, cada vez con menos sonrojo, llega a considerar su cuerpo como un presunto artefacto agresor. 

El sistema de dominación patriarcal, como una hidra de siete, 70, mil cabezas, actúa en complicidad y alianza con otros modelos de dominación -homofobia, xenofobia, racismo…- generando múltiples formas de discriminación. No hay victoria posible si no se combate cada una de esas formas. Ahora que ha estallado la guerra en Europa, que la democracia está amenazada por el sueño imperial de un déspota y su corte cleptocrática, también es el momento de defender unos derechos que costaron décadas de sufrimiento y que vuelven a estar cuestionados por un magma de populismos nacionalistas.  

Hablar de Putin también es hablar de la persecución LGTBIQ+. De derechos arrebatados, de organizaciones ilegalizadas y  perseguidas, de violencia persistente sobre las personas. Yulia Alióshina es la primera política trans que ha conseguido ser elegida presidenta de un partido político en la región de Altái, en Siberia. Incumpliendo sus propias normas, el Parlamento regional le vetó el acceso. Los diputados de Rusia Unida de Putin animaron a su partido a “mandarla al infierno de una patada o disolverse”. 

El 8-M del 2018, seis millones de personas secundaron la primera huelga feminista en España, cientos de miles de mujeres llenaron las calles en una movilización sin precedentes que tuvo mucho de catarsis. Fue una exhibición de fuerza, un éxito rotundo. El feminismo se colocó en la agenda política, social, económica, científica y cultural del país. Se hablaba de reivindicación, pero se olía la revolución. La unidad era pétrea. Era. Cuatro años más tarde, las grietas han fragmentado el movimiento y los vínculos con otras luchas se han debilitado.  

El valor de ‘L’Oreneta’ de Clua excede a la dramaturgia, porque es un grito necesario, un ejercicio de compromiso que nos interpela. La homofobia sigue ahí, nunca se fue, igual que la violencia machista, porque la hidra sigue pariendo cabezas. Recuperar el feminismo de alianzas y la unidad frente a las amenazas es, más que nunca, determinante para defender los derechos adquiridos, para avanzar en vez de retroceder. La democracia está siendo acosada, son muchas las trincheras. Vencer a la hidra no es un objetivo secundario, nos jugamos nuestro modo de vida.

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