Vida estresante

Seguimos a piñón

Estamos en una sociedad más carca que nunca. Donde todo es idílico, perfecto y ni siquiera esta bomba nuclear que nos ha caído que ha sido el coronavirus va a hacer salirnos del carril

Estación de La Sagrera, de la línea 5 del metro

Estación de La Sagrera, de la línea 5 del metro / MANU MITRU

Valeria Milara

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Las prisas. Cómo nos hemos reído en mi casa con una anécdota sobre una paisana del pueblo que se cruzó con mi madre en el metro y, justo en ese momento, quedó un sitio libre y mi progenitora le dijo que se sentara y la otra contestó que no. Porque llevaba prisa. Como si fuera a llegar antes de pie que sentada. Vamos a piñón y no adelantamos nada. A mí, cuando me dicen la expresión tan de moda de "no me da la vida" me da urticaria. No sé de qué existencia hablan. Si de la suya o de la que creen que se ha de llevar porque está de moda llegar a todo y ser los mejores en todo y tener una casa monísima, a poder ser de estilo nórdico, aunque vivas en Plasencia o Almuñécar, dos sitios que he escogido al azar.

Yo soy más de lo que decía mi abuela que es “a todo no se puede llegar”, que es lo que es la vida. Donde la frustración existe. Y que a pesar de que aún no hemos salido de este maldito virus, estemos ante una guerra y finiquitemos el planeta, seguimos corriendo y no aceptando nada. Algunos no toleran ni siquiera la virtud, siempre virtud, de la sensibilidad. Hay gente que ha pasado de la pandemia y otra que la pandemia ha pasado por ella. Y estas personas son las que padecen el llamado estrés postraumático. Un fenómeno que ahora empieza a tenerse más en cuenta, a nivel de atención profesional.

Algunas personas siguen corriendo para evitar quedarse quietos y sentir. Ni tan siquiera han aminorado el ritmo y otras se han parado. Y si te paras, piensas. Y hay a quien le duele. Y mucho. Pero al menos se replantean si quieren seguir haciendo lo mismo. No quieren que les mueva la inercia. Algunos no han visto la parca ni de cerca y creo que no hay ni que olerla, para darse cuenta de que vida hay una y que hay vivirla como uno es. Estamos en una sociedad más carca que nunca. Donde todo es idílico, perfecto y ni siquiera esta bomba nuclear que nos ha caído que ha sido el coronavirus va a hacer salirnos del carril. Por eso existen los negacionistas. Porque vivir despacio y siendo consciente de nuestros actos duele. Por eso se corre cuando se pisan las brasas, para no quemarnos. Pero correr y correr no es la solución, porque si corres es que de algo huyes. 

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