Pros y contras

Residencias de ancianos | Atados

Leer los (malos)tratos a los que son sometidos los mayores en algunas residencias es asomarse a la indignidad

Sillas de ruedas en una residencia de ancianos.     David Castro

Sillas de ruedas en una residencia de ancianos. David Castro / periodico

Emma Riverola

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Atados para que no traten de ir solos al baño. Inmovilizados porque no hay manos suficientes para cuidarlos. Sedados para que se sumerjan en la inconsciencia y no requieran mayor atención. Leer los (malos)tratos a los que son sometidos los mayores en algunas residencias es asomarse a la indignidad. Imaginarlo, el terror. Más aún cuando muchos son plenamente conscientes de su sometimiento. De repente, dejar de tener el control de la vida. No ser nadie. La angustia desbordada y, para calmarla, medicación. Y así, día tras día, desarmados, sin posibilidad de rebeldía. Hundiéndose en la renuncia. 

Tú que un día te creíste el amo del mundo, la más poderosa, el lector infatigable, la más osada, el más seductor… Tú que pactaste con la vida cada decisión, ahora, condenado a una agonía. A una tortura medieval. Desde la Fiscalía de Sala de Protección de Personas con Discapacidad y Personas Mayores se quiere avanzar en un nuevo modelo de residencias. Un avance que son muchos y necesarios para definirnos. Para saber si queremos ser una sociedad que convierte en despojos a los que ya no considera productivos. Imaginemos en nuestros propios cuerpos lo que eso significa. Imaginemos el terror.

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