Apunte
Sareb: un banco muy muy malo
El rescate del sector financiero nos costará 27.000 millones de veces más de lo que se nos dijo en 2012 y una herencia en forma de deuda de 35.000 millones
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Una nacionalización encubierta. Una gigantesca socialización de pérdidas (no sucede lo mismo con los beneficios). La Sareb, la sociedad creada en 2012 con el Gobierno del PP para rescatar al sistema financiero quedándose sus activos tóxicos inmobiliarioss, no nos iba a costar ni un euro e incluso iba a proporcionarnos una rentabilidad media del 14%. O eso es lo que dijo en su día el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos; y hoy vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Pues, mentira: nos costará 27.000 millones de veces más entre 2022 y 2027, porque hay devolver esa cantidad a Europa, lo que supone el 40% de los fondos europeos en forma de subvención que se recibirán en los próximos tres años.
Menudo negocio con el denominado banco malo (nunca mejor escogida la expresión) fruto de absorber unos activos con un sobreprecio que luego no ha podido recuperarse y que ahora el Estado debe comerse. De ahí que lógicamente se haga con el control total del capital pagando la suma simbólica a los bancos que controlan la sociedad. En contrapartida el Estado (todos) recibe un buen regalo: 34.918 millones de deuda (tres puntos adicionales del PIB), que Bruselas obligó a contabilizar como pública pues estaba avalada por el Tesoro.
Como que el Gobierno se quedó sin dinero con la crisis de 2008, el Ejecutivo de Mariano Rajoy recurrió a una fórmula que ha resultado nefasta: los bancos, con alguna excepción y a regañadientes, controlarían la mayoría, pero impusieron como condición el aval público. Y cuando el endeudado no puede pagar da la cara el avalista. . Las pérdidas multimillonarias que acumula la Sareb desde entonces se han comido sus recursos propios. Si fuera una empresa estaría en quiebra pero la sociedad puede seguir operando por un cambio legal aprobado por el Gobierno. Ahora viene la hora de tratar de minimizar unos daños que serán gigantescos. En fin, los autores del desaguisado hasta 2016 deberían al menos dar explicaciones a los auténticos dueños de este despropósito (los contribuyentes), pero ¿lo harán?.
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