Pros y contras

Y ahora, el sublinaje sigiloso del ómicron

Hay un síndrome que se llama 'doomscrolling' y que consiste en una adición extrema a las malas noticias. No hace falta sufrirla, porque resulta que vienen solas, sin avisar

La ómicron «sigilosa», subvariante de la original, ya está en Mallorca

La ómicron «sigilosa», subvariante de la original, ya está en Mallorca

Josep Maria Fonalleras

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Ciertamente vivimos en el límite del susto. Cuando parecía que volvíamos a ir (más o menos) bien, tímidamente, eso sí, de repente nos llega información sobre el sublinaje sigiloso del ómicron, que es un sintagma que nunca habríamos podido imaginar que escribiríamos o que pensaríamos. Aprendemos a toda prisa palabras nuevas, términos que desconocíamos, como este sublinaje o como subvariante y, de entrada, pensamos que la nueva mutación no será tan difícil de combatir, porque no deja de ser un subproducto que no merece la elevación a la categoría que otorgan las letras del alfabeto griego. Ahora tocaría la variante 'pi', pero parece que la sigilosa no llega a ese nivel. Y alguien (¿un científico enloquecido? ¿un poeta de laboratorio?) decide que es sigilosa, es decir, discreta, escurridiza, serpenteante. Hay un síndrome que se llama 'doomscrolling' y que consiste en una adición extrema a las malas noticias, un no parar de buscar desgracias actuales y futuras en las redes. No hace falta sufrirla, porque resulta que vienen solas, sin avisar. Quizás la mejor opción es la de mi amiga, que pone humor y un punto de distancia ampurdanesa: “¿Sigilosa? ¡A ver, como si las demás avisaran con trompetas!”.

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