Protestas políticas

El tremor cubano

Habituada a la escasez, Cuba ha vuelto a perder otra oportunidad. La utilización de los viejos remedios, contra el intento pacífico de una población batida por el desaliento, solo contribuye a arruinar la esperanza de un pueblo sin libertades, anegado en la pobreza

Luis Sánchez-Merlo

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Una generación de jóvenes artistas, intelectuales, historiadores, cineastas… agrupados en ‘Archipiélago’, la plataforma de acción ciudadana que cuenta con 30,000 seguidores en Facebook (FB), aspira a convertirse en uno de los impulsores de un cambio pacífico en Cuba, difundiendo sus ideas a través de Internet.

Cuatro meses después de la protesta civil del 11 de julio, ‘Archipiélago’ publicó un anuncio en FB —mezcla de audacia con ingenuidad— en el que convocaba la 'Marcha Cívica por el Cambio', con dos objetivos: libertad de presos políticos y búsqueda de una ‘solución democrática al problema nacional’.

Encabeza el movimiento un joven dramaturgo, recién llegado a España procedente de Cuba, tras haber sido acosado por el aparato del régimen que, después de no dejarle salir de su casa ni acceder a Internet el día de autos, parece haber preferido quitárselo de encima. 

La protesta que no existió, por el empeño en sofocarla sin ahorrar un arsenal de medios (policías uniformados, agentes de seguridad del Estado vestidos de civil, simpatizantes del Gobierno con carteles de piquete), estaba programada para el mismo día en que —con el 70 por ciento del país totalmente vacunado— se levantaban las normas de cuarentena, volvían los turistas —después del cierre por la pandemia— y los niños retornaban a la escuela. 

Demasiados eventos como para añadir desfiles de paseantes ataviados con ropas, sábanas y flores de color blanco, rematados con cacerolazos al caer la noche. De modo que, ante la militarización de las calles, los convocantes se quedaron en casa y optaron por extender la protesta hasta el 27 de noviembre. 

Las manifestaciones del pasado 11 de julio —sin precedentes en 60 años— se gestaron también en un grupo de FB, 'La Villa del Humor', apelativo con el que se conoce a la ciudad de San Antonio de los Baños, sede durante muchos años de la Bienal Internacional del Humor.

De ese municipio —albergue de la base aérea militar más importante de Cuba— partió una manifestación espontánea, formada por miles de residentes, más preocupados por la comida que por la democracia, indignados con los apagones de luz, cortes de agua y falta de medicinas. 

La ola de muertes por la pandemia contribuyó a impulsar lo que empezó como muestra de hastío y se transformó — al grito de "Patria y Vida"— en una inédita exigencia de libertad, que se extendió como la pólvora por 62 ciudades cubanas. 

Poco tardaron los guardianes de la ortodoxia en apagar la llamarada, con el balance —según una ONG de defensa de derechos humanos—de un muerto, decenas de heridos y miles de detenidos, de los que cientos siguen en prisión. 

Como escribió Silvio Rodríguez en su blog: “Los gatos salieron de casa a ver qué hacían los ratones”.

En su primer discurso como presidente, Miguel Díaz-Canel desplegó el ardor del neófito: “Cuba no hará concesiones ni aceptará condicionamientos”, y en este ejercicio meritorio insoslayable, el ingeniero (electrónico) simplificó la magnitud de la oposición a la que se ha enfrentado este año su Gobierno —sin parangón en la historia de Cuba desde la revolución— y tachó la irrupción de ‘Archipiélago’ de: “Caballo de Troya para un cambio de régimen respaldado por Estados Unidos”.

Si bien Cuba es el único país del mundo, por dimensión y cultura, que puede dar el salto a lo digital sin transiciones, hasta hace poco solo un 5% de los cubanos tenía acceso a la Red

Habituada a la escasez —desde la falta de alimentos y medicinas hasta las libertades— Cuba ha vuelto a perder otra oportunidad. La utilización de los viejos remedios, contra el intento pacífico de una población batida por el desaliento, solo contribuye a arruinar la esperanza de un pueblo sin libertades, anegado en la pobreza.

Para medir el tremor —temblor que ya ha empezado—será preciso alcanzar un consenso para que los cubanos puedan decidir su futuro de forma soberana. A pesar de los bloqueos de todo tipo y con la ayuda de Internet, los jóvenes de 'La Villa del humor' y 'Archipiélago' no se van a rendir

La única alternativa para ambas partes es la democracia. Pero no será posible si el eterno embargo, que ha sumido a la población en el infortunio, no se levanta, como medida previa, en interés de ambas partes. 

El régimen castrista hoy es un anacronismo y el pueblo cubano merece un cambio —lo antes posible— para evitar la erupción latente y los EEUU necesitan tener controlado el patio trasero, antes de que la trampa de Tucídides les conduzca a una nueva guerra lejos de casa.

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