Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

Tenemos que hablar de Vero

Verónica Forqué Masterchef

Verónica Forqué Masterchef

Primero y principal: he de ser sincera. Yo no he visto el programa del que habla este artículo. Solo he visto vídeos, extractos de grandes momentos que han corrido por las redes sociales.

Segundo: como ustedes saben, yo tuve la idea peregrina de ponerme a estudiar Psicología a los 50 años y de escoger entre las optativas la asignatura de Neuropsicología. En dicha asignatura hay unas prácticas en las cuales se le pasa al alumno una serie de datos y ese alumno debe aventurar un diagnostico. Hay que tener en cuenta que, en muchos casos, el escáner o la resonancia magnética funcional no revela tanto como creemos, y que el diagnóstico se hace más bien en función de la historia del paciente y de sus síntomas.

Por esa razón, cuando vi a Verónica Forqué en 'Masterchef' no pude evitar hacer conjeturas.

La primera surgió a raíz de unas declaraciones de Verónica el año pasado: "Soy una profesional de la marihuana, fumo todos los días, pero siempre por la noche". El consumo habitual de marihuana provoca deterioro cognitivo y falta de control de los impulsos y, por lo tanto, aquella fue la primera explicación que me vino a la cabeza para explicar el errático e imprevisible comportamiento de la actriz.

Después pensé que quizá se trataba de un principio de trastorno neurocognitivo mayor. O incluso un síndrome orbital frontal. Habría cientos de explicaciones para su conducta. 

En fin, que lo que yo pensé es que a Verónica algo le sucedía. Y no debí de ser la única. La pregunta que me hago yo se la hace media España: ¿qué le pasa a Verónica?

Si Verónica fuera mi amiga yo me sentaría con ella y le diría: "Mira, Vero, he notado cambios extraños en tu comportamiento, ¿qué te parece si consultas con un neuropsicólogo?". Porque en muchos casos esa visita puede solucionarte la vida e incluso salvártela, y prevenir, por ejemplo, un ictus. 

Pero se ve que los responsables del programa 'Masterchef' no tienen un neuropsicólogo entre sus asesores. Eso lo entiendo. Pero, ¿no tienen a alguien con un mínimo de sentido común?

No. Lo que tienen es ganas de subir la audiencia. Y Verónica sube la audiencia. Vaya sí la sube. Da espectáculo. La gente la ama o la odia, pero no puede despegar los ojos de la pantalla. Por eso TVE lidera el ránking del diferido en octubre, con un 12,2%, gracias a las cuatro galas de 'Masterchef Celebrity'.

Pero, ¿todo vale por la audiencia? ¿Por la audiencia tenemos que inmolar la ética y el respeto en el altar sacrificial? ¿Por la audiencia tenemos que seguirle las gracias a una mujer que obviamente no pasa por su mejor momento, que se hace daño a sí misma y a otros? ¿Por audiencia tenemos que retransmitir un espectáculo de bullying en directo y precisamente hablando de hostelería, un sector donde el acoso, los gritos, las condiciones de semiesclavitud en el trabajo son, desgraciadamente, marca de la casa en demasiados establecimientos?

"¿Vale retransmitir un espectáculo de ‘bullying’ en directo por la audiencia?"

Y sobre todo, ¿por audiencia tiene que ofrecer este espectáculo TVE, un ente que no lo necesita, dado que lo estamos sufragando todas las personas que pagamos impuestos?

Hace unos meses vimos, en un programa de TVE dirigido a público adolescente, a un chaval diciendo que a las personas críticas con la ley trans "no se nos pega como debería". No fue un error del directo que no les dio tiempo a subsanar. Su intervención estaba pregrabada y al director le debió parecer tronchante. 

'Masterchef' tampoco se emite en directo. Está pregrabado y editado. Los momentos más denigrantes y epatantes han sido elegidos cuidadosamente. Sí, Masterchef es un concurso; sí, es una competición; sí, gana... ¿el mejor? Ejem.

La pregunta es: ¿vale ganar machacando, acosando, humillando, llevando a una concursante a las lágrimas, a otro a decir que eso es el infiero, y a otros al motín? 

Un concurso televisivo puede ser útil para la sociedad, siempre y cuando recompense la constancia, el sacrificio, el trabajo y el esfuerzo que supone estar ahí. No lo será si lo que enseña a los adolescentes –gran parte de su audiencia– es que todo vale para ganar... incluido hacerle la vida imposible a los demás.

Suscríbete para seguir leyendo