APUNTE AZULGRANA

La sabiduría de los electricistas

Elena Fort, en su intervención ante la Asamblea de Compromisarios.

Elena Fort, en su intervención ante la Asamblea de Compromisarios. / Jordi Cotrina

Josep Maria Fonalleras

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Quizás sin saberlo, la vicepresidenta Elena Fort formula la metáfora fulminante de esta asamblea histórica de compromisarios. Nos cuenta que ante los cuatro paneles eléctricos del Camp Nou deben apostarse cada día de partido cuatro empleados que vigilan que no salten los plomos. Es decir, vivimos en precario y estamos a punto de quedarnos a oscuras y necesitamos de alguien que esté pendiente de la continuidad de la luz. Puede que sea un Laporta que juega todas sus bazas y que se presenta como el vigilante de los plomos metafóricos.

Todo es nefasto y dramático y terrible y vivimos en un "pozo institucional", pero no sufráis, porque "el futuro está en nuestras manos". Lo dice un Laporta que empieza discreto y humilde (con las manos en la espalda) y que se va envalentonando, sobre todo cuando le insinúan componendas para no encausar a Bartomeu: "Nos estamos cargando de razones", dice, desatado. Luego vendrá la panacea del Espai Barça, que será lo más, la Sagrada Familia del XXI, pero antes asistimos a un espectáculo que aún no sé si es un ensayo de funeral, un proyecto de hoguera contra los infieles o una ceremonia del perdón.

Dos bandos

Para el 'president' no se trata de encarnizarse contra Bartomeu, pero tampoco de blanquear una gestión que se presenta casi como la escenificación de un 'true crime'. Entre los compromisarios, hay dos bandos: el de quienes apuestan por la ley del punto final, que propone olvidarse del pasado; y el de quienes claman por la quema del hereje. Bueno, no tanto: quitarle el carnet de socio con deshonor, como propone Àlex Figuera. Algunos no quieren más 'ismos' y otros quieren juicios sumarísimos.

Y luego están los más ancianos, como José Sánchez Jiménez, que lanza un capote a Laporta porque "tiene más valor que Manolete" (¡lo que le faltaba!). Casi llorando, confiesa que cobra 800 euros de pensión y que está dispuesto a entregar 1.000 para salvar al Barça. O como el socio número 8, Mario Montoliu, que recuerda que él ya entregó 1.000 (pesetas en este caso) para construir el Camp Nou: "'El tema és que no tenim un duro'". Solo nos queda algo para pagar a los electricistas de guardia. "Dame la sabiduría de los electricistas", cantaba Paolo Conte, "así al menos habrá un poco de luz". 

Elena Fort, con una voz entrecortada (gallos disonantes y lágrimas a flor de piel), habla del Espai Barça como si le fuera la vida. "Fortín, templo y orgullo", dice. Y antes ponen un vídeo lacrimógeno de Heidi y su abuelo (es un decir) que nos empuja al futuro de Goldman Sachs. Sánchez y Montoliu se lo miran desde la atalaya del socio que no sabe de fondos de inversiones sino de derramas emocionales. Por cierto, cinco horas después de empezar la asamblea interviene Laia Vilà, la primera compromisaria que coge el micrófono. Y luego se van todos al Estadi, que ya empieza el partido.  

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