Pros y contras

Josep Maria Fonalleras

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La trampa del calamar

Aunque el creador de la serie de Netflix defiende que es "una alegoría sobre la sociedad capitalista", esta competición extrema que está de moda juega con el conflicto

'El juego del calamar'

'El juego del calamar'

El secreto de la pornografía es la mirada y no la evidencia. Disfrutes o no, la escena se convierte en pornográfica porque alguien la contempla, más allá de la voluntad o el objetivo de quien la interpreta o la filma. Ese mismo sexo, practicado en la intimidad, sin intervención de la mirada ajena, no sería pornográfico porque faltaría el observador. Por otra parte, la clandestina red de películas 'snuff' (leyenda o no) necesita también del cliente que consume violencia, ya sea real o ficticia. La pornografía puede ir más allá de la satisfacción sexual y, fundamentándose en la participación de un tercero que mira, se convierte en un dilema moral cuando interviene esta violencia.

Aunque el creador de 'El juego del calamar' defiende que es "una alegoría sobre la sociedad capitalista", esta competición extrema que está de moda juega con el conflicto. Es por ello que triunfa. Y por los detalles de producción, claro, como la estética infantil o las escaleras de Escher. Triunfa porque convierte al espectador en un 'voyeur' de la perversión sin que quede afectado moralmente. Es solo un juego, ¿no? De hecho, mirándola hacemos como quien paga por contemplar la tragedia real, eso sí, con sangre de mentira.

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