Salud pública

Joan Guix

Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.

Joan Guix

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¿El covid? Sí, vale, pero ¿y el tabaco?

La prohibición de fumar en las terrazas ha estado vigente durante la pandemia, pero deberíamos aprovechar para prorrogarla

Día Mundial sin Tabaco: Los expertos estiman que se detectarán 21.578 casos de cáncer de pulmón en varones y 7.971 en mujeres durante este año y muchas se podrían evitar

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Llevamos un año y medio de pandemia y todo hace pensar que las fases más duras ya han pasado y que, a pesar de que el virus no desaparecerá de nuestro entorno, sí que su punto álgido va quedando atrás. Han hecho falta medidas duras, como los confinamientos, aislamientos y cuarentenas, restricciones... y, por encima de todo, las vacunas, pero los resultados van demostrando que han funcionado bastante bien y la ciudadanía ha entendido, mayoritariamente, que hay que renunciar temporalmente a algunos derechos individuales en favor del bien común.

Este es el momento en que se tienen que volver a coger las asignaturas pendientes que tiene nuestra sociedad en el terreno de la salud pública. Y entre todos, muy especialmente el del tabaco.

Recordémoslo. No hablamos de un 'vicio'. Hablamos del principal riesgo no infeccioso por nuestra salud.

Lo repetiremos una vez más y tanto como haga falta. Cada año, en Catalunya, mueren prematuramente unas 10.000 personas como consecuencia directa del tabaco. Una cada hora. Ocho millones de muertes anuales en el mundo. Desde hace muchos años. Y todavía quedan años para resolverlo. El covid ha sido extremadamente grave. Pero el balance está claro: cuatro millones y medio de muertes en 18 meses. Son muchos. Pero repitámoslo: el tabaco, ocho millones cada año. Casi el doble que el covid en 18 meses. Y esto cada año.

Parece que el Ministerio de Sanidad está dispuesto a dar un fuerte empujón al tema, modificando la legislación antitabaco de 2006 y 2011. El tabaquismo, que llevaba bastante tiempo en descenso, vuelve a subir en los últimos años. Hay que actualizar la legislación para hacerla más efectiva. Es en este sentido que trabaja el ministerio: ampliar los espacios sin humo, especialmente en accesos en edificios públicos y en terrazas, optar por el empaquetamiento neutro, sin marcas, e incrementar precios y modificar la fiscalidad de los productos del tabaco.

El Departament de Salut de la Generalitat ya estaba trabajando en un anteproyecto de ley de adicciones de Catalunya, para asumir todos estos puntos y otros relacionados con otros tipos de adicciones. El anteproyecto de esta ley fue aprobado por el Govern el 25 de febrero de 2020, el mismo día en que se diagnosticaba el primer caso de covid en Catalunya. Como tantas cosas, se ralentizó.

Comer o cenar en una terraza es un placer, siempre que en la mesa de al lado no se siente alguien que, con el humo de su pitillo, nos estropee el sabor de la bebida o de la comida. ¿Tiene más derecho a gozar de la terraza el fumador que el no fumador?

Ya en aquellos momentos se abrió un intenso debate, especialmente entre el sector hostelero y las sociedades científicas, respecto de la posible prohibición de fumar a las terrazas. Igual que en 2006 y 2011, se predijo la hecatombe: paro, la ruina y el final del sector. No fue así. No será así. En ningún lugar donde se ha puesto en práctica ha sido así. En cambio, el tabaquismo cuesta en Catalunya del orden de mil millones de euros anuales entre costes directos (tratamientos, ingresos, intervenciones, radioterapia...) e indirectos (bajas por enfermedad, disminución de la productividad...). En términos no de 'botigueta' sino de país, nos lo tenemos que hacer mirar. Aquí sí que no salen las cuentas.

Durante el covid se ha evitado fumar en las terrazas por el riesgo de contagio, más alto con el humo. Canarias, Cantabria, Castilla y León han decidido prorrogar la prohibición. Aragón y la Comunitat Valenciana lo están estudiando. Este es un buen momento para que Catalunya esté a la altura.

La gente va a las terrazas no para fumar, sino para socializar, tomar algo y, si acaso, comer. Comer o cenar en una terraza bien situada y ambientada es un placer, siempre que en la mesa de al lado no se siente alguien que, con el humo de su pitillo-pitillos, nos estropee el sabor de la bebida o de la comida. ¿Tiene más derecho a gozar de la terraza el fumador que el no fumador?

El debate sobre derechos individuales y bien común ya lo hemos hecho durante el covid. Ha quedado claro. Y si consideramos que, además, se afecta a terceras personas, lo que se llama 'externalidades', todavía lo tendríamos que tener más claro. Y, muy especialmente, cuando el problema puede afectar a niños.

Y, como he señalado más arriba, no se trata solo de gusto o placer. Se trata de salud.

Evitar lo que llamamos 'humo de segunda mano', evitar fumadores pasivos tiene que ser el objetivo de la nueva legislación. Evitar fumar en espacios públicos de concurrencia, en las terrazas de bares y restaurantes, en el interior de vehículos privados, es una necesidad urgente de salud pública.

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