Triunfo del SPD

Ruth Ferrero-Turrión

Profesora de Ciencia Política en la UCM e investigadora sénior en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

Ruth Ferrero-Turrión

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¿Estamos ante un nuevo resplandecer socialdemócrata?

La pandemia ha despertado la necesidad de más Estado. De un Estado que ponga a las personas en el centro y no a los mercados. Y en este nuevo marco la socialdemocracia se siente cómoda, es su hábitat natural

Olaf Scholz

Olaf Scholz / AFP / ODD ANDERSEN

La victoria del socialdemócrata Olaf Scholz en las elecciones alemanas de este otoño ha hecho que se vuelva a hablar de la resurrección de la socialdemocracia en Europa, frente a una incipiente crisis de su gran rival política continental, la democracia cristiana. Como en tantas otras cuestiones, lo que sucede en Berlín o París siempre repercute en países como España, situados en la periferia del eje que lidera la acción política europea. 

Esta victoria coincide en el tiempo con lo que parece el principio de la salida de la crisis del covid-19 en el continente, gracias a la puesta en marcha de unos fondos solidarios de recuperación en los que Scholz, sin duda, tuvo mucho que ver, al romper con la política 'austeritaria' dominante en el país germano desde la crisis financiera de 2008. Y, sin duda, ha insuflado algo de oxigeno a una maltrecha socialdemocracia europea que no consigue encontrar su hueco. Desaparecida en Francia y Grecia, muy tocada en otros países como Austria o Italia y absolutamente desvirtuada en lugares inesperados como Dinamarca. Por el momento, solo parece resistir con cierta solvencia en España y, algo menos, en Portugal.

La situación, por tanto, no parece que sea demasiado halagüeña, si bien es cierto que se puede hablar de algunos brotes verdes como consecuencia de un contexto muy particular, condicionado por el momento pandémico actual, que ha acentuado tendencias previas que ahora requieren de respuestas por parte de la ciudadanía. La pandemia llegó en un momento en el que se comenzaba a discutir sobre la desglobalización, cuando se estaba asistiendo al lento pero imparable advenimiento de una era asiática que sale reforzada de la crisis, en un momento de repunte de fuerzas de tendencia autoritaria y extremismos varios. Pero junto con el covid-19 se ha abierto una ventana de oportunidad que ha hecho ver la necesidad de tener unas administraciones públicas competentes en las que los ciudadanos puedan confiar. 

Sobre la mesa está la necesidad de desplegar una nueva agenda social, que incorpore cuestiones como el cambio climático y las nuevas formas de relaciones laborales en un nuevo orden global, donde China parece dominar el tablero de juego

El largo camino del desierto por el que ha atravesado la socialdemocracia europea se ha encontrado con no pocos escollos. El imperio del mercado sostenido sobre el 'hegemón' neoliberal había reducido a la mínima expresión al papel del Estado como actor protector de los vulnerables y había quedado arrasado por la denominada “destrucción creativa” del capitalismo. La pandemia ha despertado la necesidad de más Estado. De un Estado que ponga a las personas en el centro y no a los mercados. Y en este nuevo marco la socialdemocracia se siente cómoda, es su hábitat natural. Discursos como los que se han escuchado en Berlín durante la campaña electoral recuerdan la necesidad del empuje colectivo, recuerdan las desigualdades de base y la necesidad de corregirlas, el papel del Estado como actor redistributivo y la apelación por la igualdad y el respeto entre conciudadanos, lo que ha despertado la ilusión de muchas personas que detectan una suerte de vuelta a la época dorada de la socialdemocracia

Propuestas sobre la reconstrucción de los canales de redistribución de la renta como las que recoge Jonás Fernández en su libro 'Volver a las raíces. Una izquierda europea contra la desigualdad' también se suman a esta tendencia en el socialismo europeo. Abandonan los años aciagos del 'socioliberalismo' de la tercera vía y abogan por la recuperación de la Europa social. Aires atlánticos y keynesianos les acompañan.

Efectivamente, la pandemia del covid-19 ha abierto las puertas a repensar el sistema depredador en el que hemos socializado desde los años 90 y ha puesto sobre la mesa la necesidad de desplegar una nueva agenda social, que incorpore cuestiones como el cambio climático y las nuevas formas de relaciones laborales en un nuevo orden global, donde China parece dominar el tablero de juego.

Para saber si nos encontramos en un nuevo momento socialdemócrata todavía habrá que esperar y ver si efectivamente la línea más reformista y menos liberal de los aparatos socialistas gana la batalla o si, por el contrario, se opta por posiciones más conservadoras que compren los marcos de fuerzas políticas más a la derecha, en cuestiones tales como la migración o las políticas verdes. 

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