GOLAZO DE LEO SIN HACER NADA

Juega el City, gana Messi

Messi y Neymar.

Messi y Neymar. / GONZALO FUENTES

Emilio Pérez de Rozas

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El otro día le oí decir a un técnico que había sido ayudante del ‘Cholo’ Simeone hace poquito que él jamás firmó un contrato “para jugar bien, siempre los firmé para ganar”. Se llama Pepe Pasqués.

Es la eterna polémica, perdón, conversación, tertulia, entretenimiento. Ganar o gustar. Esos que dicen que lo importante no es ganar sino cómo se gana, tienen un punto de cómicos (o casi). Esos que critican todo el tiempo que, no sé, por ejemplo, el mismo Barça esté perdiendo las esencias, eso dicen, de su ADN (otra palabrita) o la renuncia a las tablas de la ley del cruyffismo, no sé qué pensaron, anoche, cuando vieron el PSG-Manchester City. No sé.

Menudo portero

El fútbol fue tan cruel, tan duro, tan desagradable y se podría decir, sí, por qué no, tan injusto con el City de Pep Guardiola que solo cabe reconocer que el balompie es el único deporte en el que puede ocurrir eso: 2-0 sin jugar a nada, repito, a nada y el City regresando a su isla con el rabo entre las piernas, pensando que lo había intentado, sin entender por qué el titular del PSG es Keylor Navas (será por la fuerza o el poder de Leo Messi y los suramericanos; ¿poder Messi, de qué me hablan?), pues el bueno, lo ha demostrado esta noche, es Gianluigi Donnarumma.

El City fue el dueño del partido y encajó el primer gol por la escuadra, un auténtico golazo del auténtico protagonista del partido, un chavalito llamado Idrissa Gueye, a quien el fenómeno Kevin De Bruyne, con permiso y sin roja por parte del árbitro español Carlos del Cerro Grande (y el señor Martínez Munuera desde el VAR), dejaron libre en el césped cuando lo tenían que haber enviado a la caseta con una, dos o tres roja por la entrada que le hizo a la tibia al chavalito.

Y apareció Messi

Digo que el City empezó así, ¡plas!, con uno de esos bofetones que te despierta de golpe, a la escuadra izquierda de Ederson, el mismo lugar, idéntico agujero, allí donde duermen las arañas, donde el peor Leo Messi en el momento de dudas, metió un zurdazo para decidir el partido cuando todo, todo, todo estaba en el aire y en manos, cómo no, de esos que juegan a lo que hay que jugar, es decir al tiki-taka (¿o es tiki-taki?), pero a los que les cuesta Dios y ayuda meter un gol.

Es posible, yo no lo sé, la verdad, que Pep Guardiola, que se fue del Barça “porque si seguimos juntos nos haremos daño” (cuando Messi era el puto amo del vestuario y el equipo), tuviese la oportunidad de fichar al 10, ahora 30, pero prefirió al Jack Grealish, mucho más ‘cool’. Pero, anoche, Pep volvió a sangrar por la misma herida. Un Messi que, tal vez, incluso jugó lesionado (es decir, sin estar recuperado del todo), le volvió a castigar. Insisto, sin jugar nada. Cero.