EQUILIBRIO BLAUGRANA

Quítate tú, para ponerme yo

Joan Laporta interviene en el programa 'Onze' de TV3.

Joan Laporta interviene en el programa 'Onze' de TV3. / TV3

Emilio Pérez de Rozas

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Ahora recuerdo la historia que me contó Javier Clemente en una de las tres veces que le entrevisté y que, ni recuerdo la razón, no publiqué porque no venía a cuento. Pero ese relato se quedó grabado en mi anquilosado cerebro.

“Cuando yo empecé a entrenar a Manolo Sarabia tenía ya 25 años. Era de las figuras del Athletic. Técnicamente era el mejor. Nadie tenía su calidad, pero estaba defenestrado. Era suplente con Koldo Aguirre. Yo consideraba que era un tío muy bueno y lo puse de titular. Eso sí, tenía un nivel físico horrible, unas pruebas médicas lamentables, pero el tío tenía carácter ganador”.

De pronto, coincidiendo con el descenso físico de Sarabia, Clemente retocó el esquema del equipo. “Concebí un Manolo Sarabia para las segundas partes. Íbamos muy bien, terceros, pero él no soportó no ser titular. Y, apoyándose en un amigo de ‘El Correo’, hizo unas declaraciones en las que exigía ser titular. Aquel día reuní a los 25 jugadores en Lezama y, delante de todos, le dije: ‘Oye, Manolo, aquí pone ‘no es justo que no juegue de titular’. ¿Has dicho tú esto?’ Contestó que sí y le dije: ‘Pues, mira, ahora mismo se lo dices a aquel, que es el que juega en tu sitio. Explícaselo a él, anda, porque para que juegues tú, tendré que quitar a alguien ¿no? ¿a quién quito?’. Y Sarabia dijo: ‘No tengo que explicar nada’. Tú lo que tienes que hacer es callarte. Si no juegas, te jodes, pero respetas a todos tus compañeros”.

Pues no lo pondré, no

La cosa siguió tensa. Cada equis tiempo, Sarabia soltaba algún comentario en prensa. “Y nos visitó el Hércules. Nos salió un partido chungo. No marcábamos ni de casualidad. Y el público empezó ‘¡Sa-ra-bia! ¡Sa-ra.bia!’. Y yo pensaba ‘te vas a joder porque hoy no te saco, hoy menos que nunca, aunque me tiren botellas’. Faltando cinco minutos, marcamos de churro, ¡de churro!, 1-0 y a la caseta. Ahí me di cuenta de lo que tenía que hacer en la siguiente jornada: no convocarle. Así el titular del amigo de Sarabia no sería “Sin Sarabia”, como solía ser habitual. No lo convoqué y, nada, me echaron”.

Ocurrió el 26 de enero de 1986, pero la historia continúa repitiéndose, no solo con futbolistas que se sienten infrautilizados, hasta maltratados, que pregonan la necesidad de ser titulares y/o jugar en determinada posición, que, dicen, es la suya.

Hay hasta presidentes que exigen que determinados futbolistas sean titulares, eso sí, luego van corriendo a la televisión de turno, a ‘la nostra’, y, en una auténtico masaje a medida, piden (otra vez) disculpas, dicen que apoyan al entrenador y que, simplemente, fue otro calentón “porque yo soy muy futbolero”. Pero no dicen, aunque sean muy futboleros y sepan mucho de táctica (4-3-3, por supuesto) y alineaciones, quien ha de salir del once titular para que jueguen sus recomendados. No vaya a ser que se enfade alguno de sus “héroes”. Esos que nunca fallan, ni siquiera cuando se van a practicar surf sin tener el alta médica.