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Barcelona y su modelo turístico

Estamos 'viviendo' de un legado que posicionó nuestra ciudad en la élite de destinos urbanos mundiales, pero que requiere renovar, regenerar e innovar

Turistas paseando por la rambla de Barcelona.

Turistas paseando por la rambla de Barcelona. / Manu Mitru

Marian Muro

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Con motivo de la pandemia y del parón que ha sufrido el sector turístico, muchos destinos han invocado la necesidad de reconsiderar su modelo turístico para que sea más sostenible. Barcelona no ha sido una excepción, aunque esa revisión de modelo ya se había expresado mucho antes de la pandemia. La ciudad requiere un turismo más sostenible y menos invasivo, un turismo de calidad, integrador, que ponga en valor lo local, con capacidad económica, y que sea respetuoso con el destino y sus habitantes. Conscientes de ello, Turisme de Barcelona inició un período de reflexión y análisis que culminó en enero de 2021 con la presentación y aprobación por parte de su Consejo General de unas líneas estratégicas de actuación, que no se limitan a enumerar una serie de directrices, sino a trazar medidas para acometer un profundo proceso de transformación de nuestro modelo turístico. 

El punto de partida se centró en el análisis de la oferta ya que para captar una demanda de calidad previamente debemos analizar el producto, que es lo que determina la tipología del visitante.

 ¿Está Barcelona ofreciendo un producto atractivo, innovador, o estamos anclados en aquellos atributos que definieron la Barcelona post-olímpica? ¿Se han abordado suficientes planes urbanísticos que contribuyan a la regeneración y creación de nuevos ecosistemas que ayuden a diversificar, desestacionalizar y desconcentrar? ¿Se ha incidido en combatir el incivismo para transmitir que 'en Barcelona todo no vale'? ¿Se ha iniciado la digitalización del destino para disponer de herramientas y segmentar visitantes? ¿Qué avances se han hecho en sostenibilidad? ¿Disponemos de un modelo de conectividad multimodal sostenible y flexible satisfactorio para el visitante?

Renovar, regenerar e innovar

Si bien Barcelona en algunos aspectos ha evolucionado sustancialmente tras la época post olímpica y hoy el Ayuntamiento está apostando por un cambio de modelo, permítanme decirles que desde hace años estamos 'viviendo' de un legado que posicionó nuestra ciudad en la élite de destinos urbanos mundiales, pero que requiere renovar, regenerar e innovar. Un cambio de modelo no se hace ni en uno ni en cinco años y la pandemia no está ayudando debido a la situación agonizante que están viviendo muchas empresas turísticas. Pero esto pasará, y hemos de estar preparados, invertir y tener la valentía de iniciar las transformaciones necesarias para presentar una nueva oferta que ha de ser segura, y ambiental, social y económicamente sostenible, presentando aquellos atributos de ciudad en virtud de los cuales queremos ser reconocidos. 

Seguridad y sostenibilidad

La seguridad y la sostenibilidad son dos elementos básicos que conforman nuestra oferta de ciudad. La seguridad en sentido amplio. La excelencia sanitaria, la seguridad en el espacio público y la seguridad jurídica para la atracción de inversores son factores bien considerados. Pero, sin ser insegura, Barcelona se presenta en determinados casos como una ciudad “excesivamente tolerante” que hace que su imagen se vea desvirtuada. Y aquí todos tenemos que entonar el mea culpa. No todos los males son atribuibles al turismo. Sin ir más lejos, con el levantamiento de las restricciones impuestas por la pandemia se han difundido imágenes que no hacen ningún bien a Barcelona. Es necesario un compromiso de ciudad con el objeto de preservar el bienestar de los residentes y nuestra imagen de ciudad. Igualmente, Barcelona debe liderar la transición para erigirse como modelo en sostenibilidad y marcarse retos ambiciosos que sitúen a las personas y el planeta en el centro. 

El atractivo cultural

Parte de la oferta son sus atractivos y Barcelona tiene aún mucho que ofrecer al mundo. La cultura y las industrias creativas han de ser eje esencial de nuestra oferta. La cultura capta a un visitante respetuoso, de gran valor, que disfruta de la ciudad y genera ingresos. Atraigamos grandes exposiciones; apostemos por la excelente oferta musical y arquitectónica e impulsemos las industrias creativas. La cultura aporta progreso a las ciudades.

Regenerar espacios

Junto a los atractivos está la regeneración de espacios de nuestra ciudad como La Rambla o el Paral·lel, con cambios urbanísticos de calado que permitan disponer de una oferta de calidad, con establecimientos que aporten valor y oportunidades a los residentes. En Nueva York, en los años 80, la zona más turística entre Times Square y la 42nd St, asociada entonces con una economía de perfil bajo, inició un cambio en la normativa para acabar con determinada oferta nocturna, reurbanizó la zona de Bryant Park y aplicó una estrategia para mejorar la calidad de vida. La reconversión de la oferta resultó un éxito y se produjo un cambio de la demanda con una mejora en la calidad de vida de los residentes.

Desconcentrar

Barcelona es una ciudad pequeña donde la mayoría de sus recursos turísticos están en una zona muy reducida que dificulta la desconcentración de visitantes. Sin embargo, hay actuaciones que pueden paliar esta situación. No se trata solo de regenerar sino también de crear nuevos espacios en zonas alejadas del centro a través de instrumentos que faciliten la colaboración pública-privada para la transformación del territorio. Londres consiguió así ampliar su atractivo turístico incorporando zonas que eran desconocidas en los 90 como el South Bank Eye. La creación de nuevos productos con relatos de aquello que nos hace únicos es otra manera de desconcentrar el turismo. La Barcelona literaria y de las grandes editoriales ha de tener un protagonismo especial. La Barcelona del cine o la tecnológica y científica, las universidades… creando un ecosistema que atraiga talento y visitantes.

Estamos ante grandes desafíos. Muchos retos que requieren la involucración y colaboración de todas las administraciones, del sector privado y de los residentes. Sabemos el modelo que queremos y cómo se ha de cambiar. Ahora falta voluntad, consenso, implicación y compromiso.  

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