Salud pública

La telemedicina, ¿se va o se queda?

Los sanitarios saben distinguir los síntomas que merecen ser tratados a distancia de los que requieren la presencialidad para acertar en el diagnóstico

Cómo explicarte bien en una consulta telefónica con tu médico

Cómo explicarte bien en una consulta telefónica con tu médico

Judit Vall Castelló

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Uno de los cambios que ha experimentado el sistema sanitario durante la pandemia es la expansión de la telemedicina. Se ha potenciado, sobre todo, en la atención primaria, pero también en (algunas) primeras visitas hospitalarias. Es decir, el personal sanitario 'visitaba' al paciente por alguna vía virtual (teléfono, internet, plataforma de mensajería, etc.).

Por supuesto, este tipo de atención tiene defensores y detractores. Al margen de ello, no cabe duda de que es un asunto interesante sobre el que no resulta fácil posicionarse, pues se identifican enseguida tanto ventajas como inconvenientes. Desde mi punto de vista, la principal ventaja es que la atención a distancia puede mejorar el acceso al sistema de salud para personas con limitaciones de movilidad (ya sea por problemas físicos, ya sea porque residen en lugares de difícil acceso). Por otra parte, a nadie se le escapa que para el sistema los costes de la asistencia no presencial son menores que los de la visita en persona y, por tanto, la telemedicina libera recursos que se podrían invertir en otros elementos del sistema de salud. No obstante, es lógico preocuparse por que la atención a distancia reduzca el diagnóstico de algunas enfermedades y, al final, el resultado sea el deterioro de la salud a causa del retraso en el diagnóstico.

En realidad, que haya ventajas e inconvenientes en la adopción de la telemedicina es una cuestión empírica y, afortunadamente, se acaba de publicar un artículo de cuatro investigadores que la evalúan en su aplicación en Israel. Los autores han conseguido acceso a los datos de visitas médicas de la principal compañía de seguros de salud en Israel, que hizo más de 12 000 visitas durante 2019 y 2020 y cubre más de la mitad de la población del país. La primera observación relevante es el espectacular aumento del porcentaje de visitas telemáticas durante los tres meses de confinamiento más estricto (de marzo a mayo). Si bien en 2019 el porcentaje de consultas a distancia estaba alrededor del 5 %, durante el mes de abril (2020) alcanzó el 40 % y se estabilizó en el 20 % durante la reapertura iniciada en mayo.

Ese 40 % de visitas telemáticas resulta de mezclar profesionales que adoptaron el cambio rápidamente con otros que prefirieron dar prioridad a las consultas presenciales. Así, en el artículo se comparan los resultados de los pacientes de estos dos tipos de profesionales médicos para extraer conclusiones sobre el impacto de la telemedicina. Los resultados muestran que, comparado con 2019, el uso de los servicios de atención primaria por parte de pacientes atendidos por médicos con una alta tasa de visitas telemáticas aumentó el 3,5 % durante el período de reapertura. Como los costes para las arcas públicas de estos dos tipos de servicios son sustancialmente diferentes, aunque se incremente la utilización, el coste total de los pacientes telemáticos para el sistema se reduce en el 5 %. A pesar de que estos pacientes reciben menos recetas médicas y la probabilidad de que los deriven a especialistas es menor, no se observan diferencias en la realización de pruebas diagnósticas de laboratorio ni en las visitas a los servicios de urgencias. Por último, los pacientes atendidos a distancia reciben más visitas de seguimiento con el mismo profesional médico. Esto sugiere que, en algunos casos, llegar a un diagnóstico concluyente puede requerir más visitas y más seguimiento en el caso de la asistencia telemática. Hay que destacar que los resultados se mantienen cuando el análisis se hace solo con las patologías más graves, como infarto de miocardio, en las que no se observa que se reduzcan los diagnósticos.

A partir de esos resultados, se puede concluir que el uso de la telemedicina parece un buen complemento a la asistencia presencial, ya que no da lugar a un resultado peor en la salud de la población, ni a errores significativos en el diagnóstico. Da la impresión de que esos buenos resultados son consecuencia de la experiencia y la profesionalidad de la mayoría de los trabajadores sanitarios, que son capaces de distinguir los síntomas que merecen ser tratados a distancia de los que requieren la presencialidad para acertar en el diagnóstico.

Suscríbete para seguir leyendo