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El final de una era

El Barça encara su reconstrucción sin el peso de un contrato que no podía asumir pero con otras hipotecas y sin el activo económico y anímico que suponía Messi

Joan Laporta comparece para explicar la marcha de Messi del Barça

Joan Laporta comparece para explicar la marcha de Messi del Barça / REUTERS / ALBERT GEA

La increíble, frenética y desconcertante evolución de los hechos en las últimas horas ha desembocado en el adiós definitivo de Messi. Hace un año, las alarmas sonaron en el FC Barcelona después de recibir el famoso burofax en el que jugador argentino anunciaba su intención de dejar el club, por múltiples motivos y no solo el económico. Pero el triunfo de Laporta y las negociaciones que se han mantenido con el 10 y con su entorno auguraban hasta hace poco un nuevo tipo de relación con el club que consistía, para encajar en las cuentas de un club al borde de la quiebra, en un acuerdo por cinco años con una diversificación de las prestaciones de Messi más allá de lo deportivo. Era una solución imaginativa que tenía que permitir la continuidad inmediata del jugador para que, en una situación económica dramática, pudiera servir, según palabras que Laporta pronunció hace un mes, «de polo de atracción de algunas operaciones», al mismo tiempo que se aseguraban importantes ingresos de márketing que, sin el argentino, peligrarían. Ymantenía intacto el vínculo emocional, construido durante dos décadas, que ligaba a jugador y afición.

Pero el Barcelona afrontar una nueva era drásticamente y sin este periodo de transición. Es cierto, sin la losa de un contrato que ya no se puede permitir, pero también sin el activo que suponía mantener a Messi asociado a la marca del club incluso cuando se alejase del césped. Ycon otras hipotecas aún pendientes, como la masa salarial desbocada por los salarios extravagantes del resto de una plantilla en gran parte amortizada deportivamente.  

La comparecencia de Joan Laporta ante los medios de comunicación fue extensa y se basó en dos aspectos clave para entender este adiós hasta hace poco inconcebible. Por un lado la fuera de discusión «calamitosa y nefasta gestión de las juntas anteriores» que habría elevado las pérdidas del club en el último ejercicio a 487 millones de euros. En segundo plano, la crítica del presidente enfocó a la entidad que gestiona la competición, puesto que el acuerdo de venta de un 10% de los derechos comerciales de la Liga al fondo de inversiones CVC que anunció Javier Tebas, hipotecaba, según Laporta, los derechos audiovisuales del club durante cincuenta años, una operación que el máximo representante azulgrana no estaba dispuesto a asumir.

Encarado a un amargo trance, el presidente resultó convincente. Pero aún quedaron cabos sueltos, como los motivos completos del giro drástico de los últimos días. Serán necesarias más explicaciones para aclarar hasta qué punto la propuesta de Tébar resultaba lesiva para el club, y si aceptarla hubiese bastado (o no) para poder renovar al argentino. Y aún más para llegar a conocer la dimensión completa del destrozo encontrado en la economía del club por la anterior junta.  

Messi ha sido, sin lugar a dudas, el mejor jugador de la historia del FC Barcelona, un mito y un referente, alguien que ha batido todos los récords y que ha escrito las páginas más memorables de la entidad. En unos momentos de renovación y de cambios en la plantilla, Messi representaba, más allá de su indudable calidad, un punto de referencia para un futuro que tenía que concretarse a medio plazo. Se abre, ahora, sin su concurso, una época incierta con la reconstrucción como meta. Un camino en el desierto en el que no solo el Barça, sino todo el fútbol español, se enfrenta a una dura prueba para mantener su competitividad ante las otras grandes ligas europeas.