Pros y contras

Construimos un final

Vuelven expresiones como "semanas de esfuerzo colectivo". Ya no tenemos ni el desconocimiento que invitaba a la resistencia opaca ni el empuje para volver a superar obstáculos

Propagación del virus en Catalunya

Propagación del virus en Catalunya / David Zorrakino/ Europa Press

Josep Maria Fonalleras

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La implantación primera de las medidas restrictivas fue una sacudida formidable, pero la asumimos con una mezcla de resignación y de compromiso cívico. Entonces, recordémoslo, no había horizonte. Es importante destacarlo. No me gusta nada utilizar símiles bélicos, pero la situación, más allá del confinamiento estricto y del cierre y la reclusión, era severa - y similar a una guerra-, no por las privaciones y la muerte civil, sino justamente por este detalle: no sabíamos el final. O aún peor: era un final difuso, a meses vista, en una confianza ciega e incierta en las vacunas, pero sin ninguna garantía de clausura.

Después, vino el primer relajamiento e imaginamos que había un marco y que tenía los límites definidos y que empezábamos a acercarnos a la frontera de un horizonte más amable, lejos de la pesadez vivida. Más restricciones y cada vez menos coraje, hasta que pensamos que ya habíamos vencido a la incertidumbre. Construimos un final. Ahora vuelven expresiones como "semanas de esfuerzo colectivo". Ya no tenemos ni el desconocimiento que invitaba a la resistencia opaca ni el empuje para volver a superar obstáculos. Se instala el pesimista delirio de pensar que no tenemos escapatoria.

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