Una serie de referencia

Ah, cómo hemos cambiado…

Tengo la misma edad de los actores de 'Friends', y viéndolos de nuevo recordé la reunión de los compañeros de instituto, cuando cumplimos todos 50 años

Fotograma de 'Friends the reunion'

Fotograma de 'Friends the reunion' / HBO

Jordi Puntí

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Holden Caulfield, la señora Bovary, Cecília Ce, Garp y Gurb... Pasan los años y los recuerdo tal como los imaginé mientras leía las novelas. Quizá los rasgos del rostro se han difuminado, pero al releer me vuelven sin los achaques del tiempo. Lo contrario que con la ficción audiovisual, sobre todo de las comedias realistas: las ves durante unos años, te metes en la vida de sus protagonistas, la serie se acaba. De vez en cuando ves fotos suyas y la posibilidad de que un día vuelvan no se desvanece del todo, pero entretanto ellos siguen haciéndose mayores.

Todo esto se ha puesto en evidencia con el capítulo especial de ‘Friends’ que ha emitido HBO. Con muy buen criterio, no han resucitado la serie con tramas nuevas, sino que los actores se han mostrado tal como son: personas que han envejecido como nosotros, solo que son millonarios y han abusado un poco del bótox. Yo tengo su misma edad y, viéndolos de nuevo, me recordó la reunión de los compañeros de instituto, cuando cumplimos todos 50 años: esa mezcla de vergüenza y confianza, de incomodidad y emoción. Incluso la extrañeza de tener que revivir una especie de personaje: el joven que eras entonces.

‘Friends’ recoge la evolución social de finales del siglo XX, el paso del mundo analógico al digital, también en cuanto a las formas de verla: primero en el tele, cada semana, luego en deuvedé y finalmente, de nuevo, en las plataformas digitales. Vista hoy, la serie muestra una realidad bastante inverosímil –no sale casi ningún actor negro, los gays son episódicos, la economía no es un problema–, pero es defendida por seis actores en estado de gracia, bien perfilados para que los espectadores se identifiquen con alguno, unos guiones ingeniosos y la dosis justa de cursilería sentimental. Bastan unos episodios para entender que supieron replicar un mundo paralelo donde se estaba muy bien, con una realidad propia, cerrada en sí misma. Casi como un experimento que bebiera de la gran comedia americana al tiempo que anticipara fenómenos como ‘El show de Truman’ o ‘Gran Hermano’ (sin la celebración de la estupidez). Quizá por eso, hoy los más jóvenes también se enganchan a la serie.