Literatura

Libros rojos

Los incoloros son los que más se venden, porque encajan con la lógica depredadora y veloz del consumo

Imagen de archivo de la escritora Marta Sanz

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Irene Jaume

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Uno de mis defectos es que tengo bastante mala memoria. O quizás tengo memoria selectiva. La cuestión es que soy de apuntarme las cosas en la agenda, en mil papeles que voy esparciendo por todos lados y voy con alarmas en el móvil. Hay recuerdos que los tengo porque me los han explicado y yo he puesto el 'atrezzo' imaginario, pero soy un poco desastre en cuanto a recordar, con todo lujo de detalles, episodios vitales. Supongo que por eso escribo, porque así lo proceso y lo plasmo en un lugar al que puedo volver cuando me hace falta. Una de mis escritoras preferidas, Marta Sanz, con esta generosidad perseverante que la caracteriza, nos regala una intuición, en su último libro 'Parte de mí' (Anagrama, 2021): “que hay letras por debajo de las letras, que escribimos con el cuerpo y el cuerpo también es sangre y musculatura, que bajo la epidermis se esconden y retumban las voces de los otros”.

Me gusta escribir como me gusta leer, y a veces lo uno es más incómodo que lo otro. O a la inversa. Hay literatura y libros rojos, como los de Sanz, Remedios Zafra, Martha Rosler o Eva Illouz; y hay muchos, muchísimos, que son incoloros pero que no son transparentes. Estos son los peores. Y son los que más se venden, de los que más se habla y los que disfrutan de más visibilidad, porque encajan con la lógica depredadora y veloz del consumo. Cultural, sí, pero consumo.

Cuando digo que aquellos libros son rojos y estos son incoloros es, precisamente, por lo que decía también Marta Sanz, en la Bienal de Pensamiento pasada: porque son “libros fácilmente digestivos”. Y no es solo por los ojos (no muchas páginas, portadas y campañas comunicativas sugerentes...), sino por la mente (poca profundidad, reflexiones roídas...). En estos libros no resuenan las voces de los otros, no se referencian, no hay cuerpo ni musculatura, hay egos rotos y calculadoras de beneficios. A mí, que me gusta leer y me gusta escribir y tengo mala memoria, para recordar, necesito cuerpo, músculo e hilos de donde estirar. Yo lo encuentro en mis libros rojos particulares, espero que vosotros también tengáis los vuestros y que no sean incoloros.

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