Apunte

El estigma del fútbol

Los jugadores del Atlético celebran un gol ante la Real en el Wanda.

Los jugadores del Atlético celebran un gol ante la Real en el Wanda. / EFE

Mónica Marchante

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Vuelve el público al fútbol. Así decían los titulares del miércoles, pero no es cierto. El público vuelve solo en tres comunidades, las que estén en fase 1, hasta un máximo de 5.000 espectadores, y previsiblemente solo en un total de cuatro partidos de Primera sobre los 20 que se disputarán en las últimas dos jornadas (cinco en las cuatro jornadas de Segunda hasta el 'play-off').

La decepción en los clubs que llevaban días preparando la distribución de un número razonable de espectadores en sus gradas está justificada. ¿Saben quienes toman esta decisión de que en algunos campos de 2B, con aforos mucho más limitados que los estadios de Primera, están entrando 7000 espectadores? ¿Qué sentido tiene que entren más en menos espacio?

Ni un disparate ni una irresponsabilidad

Mientras se disputaba el Atlético de Madrid- Real Sociedad en el Metropolitano, pese a que el club había cerrado el recinto exterior, unos 500 aficionados se reunieron durante los 90 minutos para cantar y alentar a sus jugadores. Más allá de lo extraordinario que fue para los jugadores del Atleti jugar, como todo el año, en su estadio vacío pero escuchando a su gente, ¿no es más razonable controlar, dentro, con asientos por medio, lo que en la calle dejas en la responsabilidad de cada uno? 

No tiene sentido que los grandes estadios sigan vacíos mientras el público entra a una corrida de toros, a un restaurante o a un concierto

Distribuir a 5.000 personas en un estadio con capacidad para 70.000 no parece un disparate ni una irresponsabilidad. Es bastante más arriesgado subirse a un vagón del metro de Madrid, por ejemplo, entrar en un centro comercial, o caminar por la calle Génova la noche de las elecciones.

Soluciones sin riesgos

El fútbol fue en junio la actividad que retomó hace casi un año la competición, en unas condiciones restrictivas pero necesarias e imprescindibles en aquel escenario. Hoy la situación es otra. La pandemia sigue ahí y el fútbol no pretende olvidarlo pero no tiene sentido que mientras el público entra a una corrida de toros, a un restaurante, a un concierto, o al tenis, los grandes estadios sigan completamente vacíos.

Hay multitud de soluciones para que no se corra riesgo. Hasta limitar el acceso a personas vacunadas. Pero el aficionado al fútbol carga con un estigma que no le hace merecedor del mismo respeto que otro tipo de aficionados.