Las ganas de marcha

¿Qué películas te han salvado este año? ¿Ha salido algo bueno de las propuestas rodadas en confinamiento? ¿Cómo será el cine después de la pandemia? ¿Qué películas nos apetece ver ahora, sumidos aún en la incertidumbre y saturados de preocupaciones? Llevamos un año (y lo que queda) haciéndonos estas preguntas y respondiéndolas, a veces con la torpeza que provoca el cansancio. Y, de una manera más o menos simbólica, esta semana han venido los monstruos a derribarlas. Hace unos días se estrenó en España 'Godzilla vs. Kong' (2021), cuarta entrega de la franquicia abierta con 'Godzilla' (2014). Aunque es precipitado asegurarlo porque en Estados Unidos se ha estrenado este viernes, la película de Adam Wingard podría convertirse en la más taquillera de la pandemia. De ser así, esa noticia avivará y actualizará la –ya viva y actualizada– conversación sobre la situación de las salas de cine, el futuro del 'blockbuster', el sentido de los estrenos simultáneos (en Estados Unidos, 'Godzilla vs. Kong' se ha estrenado en salas y en la plataforma HBO Max) y otras cuestiones pertinentes. Sin embargo, en este artículo no me interesaba tanto meterme en esos jardines como destacar algunas cosas que el éxito de 'Godzilla vs. Kong' deja muy claras: lo faltos que estamos de cine de entretenimiento y, en consecuencia, nuestras ganas de marcha. Ha sido este un año de películas intensas y tirando a tristes. Hay excepciones, por supuesto, pero sólo hay que ver los títulos que se han colado en la temporada de premios para comprobarlo. Y, cuando no eran ni tristes ni intensas, las hemos leído así porque los que somos intensos y estamos tristes somos nosotros. Ni siquiera el 'blockbuster' que nos recibió tras el confinamiento severo nos puso las cosas fáciles: guste o no, 'Tenet' (2020) es dura de roer. Más allá de las implicaciones industriales y económicas de su éxito, 'Godzilla vs. Kong' pone en valor algo que puede parecer ingenuo pero no lo es: la importancia del entretenimiento como fin, no como medio. La tristeza y el desconcierto traen consigo un exceso de cavilación; ojalá lleguen más películas así, recordatorios orgullosos y colosales de la dimensión más lúdica del cine. Para que no perdamos las ganas de marcha.